Por Gloria B. Rolón L.
grolon@uhora.com.py
¡Con razón hay tanto oficialismo en la prensa hoy! ¡Mirá que ganan buena plata ustedes los periodistas con publicidad de Itaipú!, espetó medio en broma medio en serio una ex compañera de colegio con esa costumbre tan paraguaya de generalizarlo todo.
Y con esa también arraigada forma de reaccionar corporativamente que nos caracteriza a los siempre bienaventurados habitantes de estos lares, automáticamente acusé el impacto y me puse a la defensiva.
Pero, pensándolo mejor y cuidando no echar por tierra años de amistad, respiré hondo, conté hasta diez y ensayé una respuesta: No, no todos los periodistas sacamos beneficios de Itaipú. Es más, muchos de los que aparecen en la dichosa lista de beneficiados con los mayores porcentajes de avisos y comisiones para sus programas no son periodistas, son propietarios de medios de comunicación.
Entonces es peor de lo que pensaba, son medios completos y no periodistas de determinados programas de radio o tevé los que viven gracias a Itaipú, ahora sí que tendremos oficialismo para rato, retrucó mi amiga.
Lo cierto es que su reflexión me dejó con la sensación de tener una espina atravesada en la garganta. ¿Es esta la forma como nos ven quienes no pertenecen a la estructura de un medio de comunicación? ¿Recibir avisos publicitarios nos ubica automáticamente en la posición de no objetivos?
Respuestas a estas y otras interrogantes similares no son sencillas e indudablemente para mucha gente se hace difícil creer en la objetividad de un medio o de determinado periodista cuando tantos millones están en juego (según las publicaciones periodísticas, unos 18 millones de dólares gastó el presidente Nicanor Duarte Frutos en concepto de publicidad y más de la mitad de dicho monto corresponde a fondos provenientes del rubro “inversiones sociales” de Itaipú y Yacyretá, sobre los que el Ejecutivo no rinde cuentas).
Aunque parezca una obviedad, la solución a esta problemática pasa por insistir en la necesidad de fortalecer, también para los medios de comunicación, el mercado de la libre competencia. Lo que pasa es que a veces se hace duro competir tan libremente cuando el mercado es pequeño y los anunciantes escasos. Es en este contexto que surge como prioritario reglamentar la publicidad estatal o como en este caso la que proviene de entidades binacionales. Sociedades modernas, democráticas, saludables, lo hacen buscando precisamente mantener la independencia de los medios de comunicación. De otra manera, para ciertos medios de comunicación caer en el prebendarismo y la corrupción puede ser solo cuestión de tiempo.
Hugo Rubín lo dijo mejor que yo el sábado pasado al concluir su programa de debates: “El año que viene los medios de comunicación vamos a estar medio anestesiados porque será un año electoral, habrá muchas elecciones y vamos a facturar bastante”.