Lunes|10|NOVIEMBRE|2008
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Sin necesidad de apelar a datos estadísticos, de archivos judiciales o periodísticos -a veces inexistentes, para ser sincera-, en esto de los coimeros “cazados” in fraganti, los casos deben superar, por amplio margen, la veintena de hechos.
Sin ir más lejos, el viernes nomás, propios y extraños volvimos a sorprendernos con otro de ellos. Esta vez fueron dos funcionarios de Aduanas, jefes ambos, a quienes las cámaras de Telefuturo mostraban recibiendo dinero para beneficiar a un comerciante del que habían decomisado 1.500 kilos de carne, además del camión en el que transportaba su mercadería.
Los funcionarios en cuestión fueron identificados como Pablo Ramírez Ramírez y Carlos Riquelme, quienes -en opinión del fiscal interviniente, Gustavo Gamba- estaban en aparente etapa de recolección de fondos o recaudación, pues hallaron unos cuantos millones que los mismos no supieron ni pudieron justificar (diario Última Hora del 08/11/08, página 86).
Lo que no sabemos es si esos muchachos malos colectaban para la corona o para provecho propio y esperamos que el fiscal en cuestión pueda dilucidarlo en la brevedad posible.
Aunque pensándolo mejor, si yo fuera Fernando Lugo, no esperaría la investigación fiscal, estaría interviniendo ya Aduanas a fin de enviar un mensaje claro y contundente a todos y cada uno de los funcionarios estatales y a la ciudadanía: no más corruptos en la administración pública. Pero, como lo de mensajes claros parece no ser precisamente el punto fuerte de nuestro presidente, la cosa queda nuevamente en manos de la Justicia. Entonces sí que estamos perdidos, pensará usted señor, usted señora -y con razón-, sobre todo si tomamos en cuenta los antecedentes de la susodicha representante de la diosa Astrea.
La cuestión es que, evidentemente, esos bad boys o nunca ven la tele o les importa poco o nada aparecer como los malos de los reportes periodísticos porque la impunidad sigue tan vigente como siempre.
Entonces, ¿qué nos queda? Pues los medios de comunicación y alguno que otro fiscal o juez honestos. Sí, aunque muchos pretendan desprestigiar a la prensa tras conocerse la existencia de ciertos pagos no muy éticos ni honestos hechos por la Itaipú a determinados medios y periodistas, aquella sigue siendo bastión de la lucha anticorrupción en el país.
Mal que les pese a quienes pretenden comprarla, amenazarla, amedrentarla o amordazarla, en tanto y en cuanto ella exista y no se deje avasallar, los coimeros y otros corruptos de pacotilla seguirán, cuanto menos, temiendo el escarnio público. Digo, porque evidentemente temor a la ley -o, mejor, al castigo- todavía no tienen.