BRASILIA. Cuando los presidentes de Mercosur se encuentren esta semana en Río de Janeiro será una cita de viejos amigos, con viejos problemas, y otros nuevos.
Debido a las diferencias en el tamaño de sus economías, así como reglas poco claras y a veces inexistentes, Mercosur vive de sobresalto en sobresalto económico y a veces político, sin un proyecto definido y más discursos que acciones, dijeron analistas consultados por la AP.
Pero paradójicamente a pesar de todos sus problemas, Mercosur recibiría esta semana el pedido formal de Bolivia y Ecuador para unirse al bloque, cuyos orígenes se remontan a noviembre de 1985 con la firma de una declaración bilateral de integración entre Buenos Aires y Brasilia.
En la cita de esta semana, los presidentes podrían también evaluar de forma informal el impacto de medidas anunciadas el 8 de enero por su más nuevo y polémico socio: el presidente Hugo Chávez, cuyo país se adhirió al Mercosur en julio llevando al bloque a tener 250 millones de habitantes, un área de 12,7 millones de kilómetros cuadrados y un producto interno bruto de un billón de dólares o 76% del total de América del Sur.
Chávez, al jurar que trabajará por la implantación de un “socialismo del siglo XXI” en Venezuela, anunció la nacionalización de las telecomunicaciones y su deseo que el Congreso reforme la Constitución para permitir la reelección indefinida, medidas que hicieron que muchos comentaristas levantaran las cejas temiendo un guiño autoritario del dirigente venezolano.