10 feb. 2025

Carlos, amigo, hasta aquí he llegado

Por Alfredo Boccia Paz
Lo tuyo fue un prodigio de poder de síntesis. Eran 33 líneas, ni una más. Estaría bien para una composición de primaria. Pero era nada menos que la Memoria que la administración de Carlos Filizzola presentaba a la asamblea del Partido País Solidario el pasado domingo. Y eso que había muchas cosas que explicar en estos dos años de gestión tuya como presidente.

No fueron años buenos. Lejos de crecer, el partido se desmoronó electoralmente. Un solo concejal en Asunción –¡como el P-MAS!–; una decena de concejales a nivel nacional –¡seis veces menos que el Encuentro Nacional!–; nuestro candidato a intendente de Asunción renunció sin siquiera consultarlo con sus concejales y mucho menos con la Conducción Nacional; tu decisión de llegar a cualquier precio a la presidencia del Congreso produjo las consecuencias nefastas que muchos preveíamos y la institucionalidad partidaria se debilitó enormemente. Todo eso explicado en 33 líneas. Eso es poco serio, Carlos.

Hasta allí podría, una vez más, pasarlo por alto. Lo grave es el daño a la esperanza. Aquella sustentada en construir algo diferente. Un proyecto progresista, incluyente, con ética. Pero terminamos siendo muy parecidos a los partidos tradicionales que tanto criticamos. Solo que mucho más pequeños.

Nada personal, Carlos. Sigo apreciando muchos de tus valores. Al fin y al cabo, hace unos veinte años que compartimos luchas en conjunto. Tanto tiempo no se tira por la borda así nomás. Y no lo hubiera transitado contigo si no te considerara un tipo honesto, con envidiable carisma y una tozudez a toda prueba para alcanzar las metas que te propusiste. No, no hay nada personal. Solo que parece invencible la percepción de que tu personalismo no va a cambiar. Y que tu propio proyecto cada vez coincide menos con mi imaginario del partido soñado. Sé que me contestarás alegando que te apoya una gran mayoría de correligionarios. Lo sé, pero no quiero resignarme a abandonar la posibilidad de ejercer una conciencia crítica.

Me dejo vencer por la tentación de parafrasear al portugués José Saramago cuando, en 2003, Fidel Castro ejecutó a cuatro disidentes cubanos: “Hasta aquí llegué. Desde ahora Cuba seguirá su camino, yo me quedo”. Sé que es una falta de respeto al Premio Nobel, pero así de frustrado me siento. No rompo con los ideales ni con todo lo bueno que hemos intentado construir juntos. Ni mucho menos con el amigo, a quien sigo admirando en muchos aspectos. Solo presiento que por el camino que elegiste no hay cambio posible. Se ha quedado congelado.

No es tan grave, tal vez el problema esté conmigo. No lo descarto. Además, sé lo que estás pensando. Que no soy Saramago. Pero, bueno, convengamos en que vos tampoco sos el comandante Fidel.