Sus joyas de grandes volúmenes y colores son habituales para rostros conocidos como la actriz española Úrsula Corberó, y también desfilan sobre pasarelas de renombre como la 080 de Barcelona. Su propuesta de valor: rescatar un antiguo oficio que expande las posibilidades creativas de la joyería hacia horizontes más contemporáneos, el vidrio.
Julieta Cajal (Tucumán, Argentina) se formó en Administración y Dirección de Empresas, comenzando su acercamiento al universo de la joyería como afición, de la mano de maestros que venían de familias orfebres. Así nació su primer proyecto, ‘Esto es blanco’, el color en el que se torna la plata durante el proceso de fundición.
“Me mudé a Barcelona para emprender, ver otras posibilidades de joyería más contemporáneas y encontrar mi estilo”, explica la argentina, y añade sobre algunas de las limitaciones de trabajar con metales: “Si quieres trabajar grandes volúmenes, los metales son pesados y no puedes controlar la cadena completa de producción”.
Allí descubrió el vidrio; “la artesanía da ese punto de frescura y personalidad a la moda. Hoy en día, con toda la accesibilidad que existe, vemos un mismo diseño reproducido millones de veces, y sentirse cautivado por una pieza se pierde en la masividad”, explica sobre las posibilidades de este material, que trabaja a 1.200 grados de calor.
“Trabajar vidrio requiere atención plena en el momento, es una labor de horas y de meticulosa tensión que requiere de práctica y mucha técnica”, apunta Cajal sobre un oficio que “se trabajaba desde el siglo I antes de Cristo, con tipos de vidrio que han cambiado pero una técnica de base que es la misma”.
“Hace poco viajé a Marruecos y al visitar su mercado me conmovió escuchar cómo se pierden esos oficios que van de generación en generación, con su técnica y enseñanzas”, explica Cajal. “Me parece importante darle visibilidad a esto, un patrimonio cultural de la humanidad”, añade. EFE