Su fama era grande, evidente en sus más de 650.000 seguidores en Instagram. Y fue a través de unas amigas que la banquera Lilian Quezia Calixto se animó a viajar 2.000 km desde Cuiabá hasta Río de Janeiro para someterse a un aumento de glúteos.
Furtado la operó en el ático de su apartamento en Barra de Tijuca, la Miami carioca, pero poco después la mujer empezó a encontrarse mal. Con taquicardia e hipotensión, ingresó al hospital el domingo y después de cuatro paradas cardiacas, falleció.
Y el Doctor Bumbum, de 45 años, se esfumó y está siendo buscado por homicidio calificado y asociación criminal, en tanto que su novia, que según los medios era también su asistente, está presa.
La historia tuvo fuerte repercusión, en el segundo país con más cirugías plásticas del mundo, después de EEUU.
La Sociedad Brasileña de Cirugía Plástica (SBPC) repudió rápidamente el caso y denunció que “la creciente invasión de la especialidad por no especialistas ha promovido cada vez más casos fatales como este”.
“No se puede hacer un procedimiento plástico dentro de un apartamento. Hay muchas personas que venden una ilusión, una fantasía para pacientes de una forma no ética y las personas, fragilizadas, se sienten atraídas muchas veces por precios bajos, sin querer saber si será en condiciones adecuadas”, dijo a la AFP el presidente de la SBPC, Niveo Steffen.