Esto sostiene el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través de la publicación “Reglas fiscales resilientes en América Latina”, en el capítulo dedicado a Paraguay. Agrega que la normativa fiscal, así como está, permite que los ingresos extraordinarios vayan a parar solo a gastos públicos y el accionar del Estado termina siendo procíclico, es decir, profundizando el ciclo de auge o merma por el que atraviese la economía.
El efecto procíclico consiste en que cuando los mayores ingresos se destinan, por ejemplo, a aumentos salariales para los funcionarios públicos, se inyecta más dinero a la economía en un momento en que ya le está yendo bien y se generan así presiones inflacionarias o elementos para que aumenten los precios de productos y servicios, por el aumento de la demanda interna. Entonces, el Banco Central del Paraguay (BCP) debe alzar sus tasas de interés para contraer la actividad económica, con lo cual se encarecen el crédito y la inversión.
En ciclos de contracción económica, sin embargo, esta situación exige disminuir las inversiones para cumplir con el tope de déficit fiscal (más gastos que ingresos en las arcas del Estado, respecto al producto interno bruto), fijado en 1,5% anual.
Para superar estas debilidades, el BID propone una regla de meta fiscal estructural, que permita “ahorrar en los años en que la economía se expande sobre su tendencia, y desahorra en los años malos del ciclo económico”.
Las recomendaciones incluyen establecer un fondo soberano gracias al cual se producirán ahorros fiscales y una acumulación de activos financieros en años de bonanza y de superávit fiscal efectivo. “Este tipo de fondo requiere el manejo financiero de activos y un equipo propio de planta permanente que realice el trabajo”, reconoce el BID.
Este análisis toma relevancia ante la expectativa de que el 2020 se desenvuelva como un año de recuperación económica, tras la fuerte contracción experimentada especialmente en el primer semestre del 2019. Mientras tanto, el Congreso Nacional sigue estudiando aumentos salariales y masivas creaciones de cargos, lo que podría terminar por devorar el incremento de ingresos que resulte del mayor crecimiento económico.
47%
de los ingresos totales se destinan a salarios, porcentaje que bajó desde 55% gracias a los ajustes fiscales.