Luego de una recuperación de la actividad económica en el segundo trimestre del 2021, hubo un freno que hasta ahora persiste. En el primer trimestre de este año tuvieron una fuerte incidencia las variaciones negativas de 41,2% de la agricultura y de 11,1% del sector de energía. El impacto de estos dos segmentos es tan grande que, al ser excluidos, el producto interno bruto (PIB) alcanza 4,3% en el mismo periodo.
El golpe de la agricultura está relacionada directamente con la caída de la producción de la soja, así como de otros rubros como arroz, caña de azúcar, mandioca, pero fue atenuada por el mejor desempeño del maíz, girasol, sésamo, algodón en rama, entre otros, según explicó el director de Estadísticas del Sector Real, Gustavo Cohener.
También por factores climáticos evidenciados en un menor caudal hídrico y a raíz de la menor demanda del lado brasileño se vio afectada la producción de energía eléctrica. Esta situación se viene arrastrando desde hace varios años y a pesar de que se tenía una mejor expectativa para este primer trimestre, nuevamente hubo una disminución que alcanzó -28,5% interanual.
La tercera actividad que influenció en los resultados totales fue la ganadería, donde hubo una retracción en la faena de bovinos, porcinos, aves de corral y también bajó la producción de huevos. Al igual que los dos sectores anteriores se trató de un efecto de la sequía, pero además responde a la caída de las exportaciones a Rusia, que históricamente es uno de los mejores mercados de la carne paraguaya, pero cuyo protagonismo se fue desvaneciendo desde el inicio del conflicto con Ucrania.
De acuerdo con el Banco Central del Paraguay, las lluvias que estuvieron acompañando en las últimas semanas a la producción agrícola y las buenas condiciones climáticas previstas para los próximos meses permitirán tener una buena campaña 2022-2023 y contribuir en un crecimiento del PIB de 0,2% al cierre del año, según los pronósticos más recientes.
Números positivos. Para la construcción, enero fue uno de los mejores meses gracias al dinamismo en las obras públicas y privadas, que se reflejan principalmente en el desarrollo inmobiliario y la construcción de asfaltos. Esto, a su vez, empujó a una formación bruta de capital fijo con una diferencia de 10,4%, explicada además por una mayor inversión en maquinarias y equipos vinculados a la construcción.
Las manufacturas se destacaron con elaboración de aceite, productos químicos, azúcar, minerales no metálicos, mientras que sufrieron retracciones en las áreas que dependen de la ganadería.
Como efecto del levantamiento de las restricciones sanitarias también hubo más movimiento en el sector comercial, hoteles y restaurantes. De hecho, el consumo privado creció 3,3% con una alta participación de gastos en servicios, mientras que el consumo del Gobierno tuvo una variación de 4,2%.
Hay más solvencia que durante la crisis del 2002
Si bien el economista jefe del BCP, Miguel Mora, reconoció que algunas condiciones económicas son similares al 2002, hoy el país tiene más herramientas para gestionar una crisis.
Mencionó que hay una mayor fortaleza y solvencia por las políticas públicas que se adoptaron y por la institucionalidad en términos de metas de inflación que se establecieron por la Ley de Responsabilidad Fiscal.
Al respecto, recordó que la banca matriz siempre busca volver al tope de 1,5% de inflación, que se flexibilizó debido a la pandemia. También refirió que Paraguay fue el único país de la región que no fue afectado en su calificación crediticia.