Desde setiembre se viene observando el fortalecimiento del dólar. El mes pasado, la apreciación de esta moneda fue motivada por el incremento de la tasa de interés de referencia por parte de la Reserva Federal (Fed), Banco Central de Estados Unidos. Sin embargo, también hay condiciones de demanda interna que presionan hacia arriba al tipo de cambio.
La Reserva Federal de Estados Unidos volvió a hacer historia este miércoles al aprobar un aumento de 0,75 puntos porcentuales por tercera vez consecutiva, en su batalla por ponerle freno a la inflación desatada que golpea la economía.
A pesar de que las autoridades de Estados Unidos reconocen que las tasas de interés más altas llevarán a un crecimiento más lento y al deterioro de las condiciones del mercado laboral, continúan esperando estabilizar el nivel de precios con esta medida.
Las repercusiones para América Latina y, particularmente, Paraguay se verán en la devaluación de las monedas, la pérdida de flujos de inversión internacional, el menor consumo de materias primas, la disminución de las compras públicas como en el caso de medicamentos u otros insumos importados y probablemente la reducción de la demanda de EEUU de bienes que son producidos en la región.
El alza de tasas de la Fed vuelve más competitivo a EEUU para que los capitales vayan allá a invertir, con lo cual los países de la región pueden empezar a registrar salida de capitales. Por otro lado, también afecta la demanda interna frente al intento de la recuperación económica y la necesidad de productos importados.
La política monetaria está en una gran disyuntiva en la mayoría de los países del mundo, ya que a la par que se busca frenar la inflación, se requiere recuperar la economía todavía rezagada por las cuarentenas y agravada por la guerra entre Rusia y Ucrania.
La complejidad del contexto económico nacional e internacional obliga a las autoridades económicas a diseñar e implementar medidas para contrarrestar los efectos negativos del aumento del dólar.
Las intervenciones deberán combinar adecuadamente la política fiscal con la política monetaria. El desafío es tener claro el objetivo de lo que se quiere lograr. El centro de la solución debe estar en la población, teniendo en cuenta que gran parte de la misma no tiene condiciones para mitigar por sí sola los efectos, sobre todo en los costos de los bienes de consumo. Los más afectados serán los pobres, los asalariados y la mayoría de los trabajadores por cuenta propia.
Aunque, en el corto plazo, para algunos sectores puede haber ventajas con el aumento del tipo de cambio en las exportaciones, la evidencia muestra que estas son de corto plazo, ya que a mediano y largo plazo se diluyen por el efecto en el aumento del costo de los insumos importados. El movimiento al alza también puede beneficiar a quienes ganan o ahorran en dólares o quienes reciben remesas; sin embargo esta población es mínima en términos proporcionales.
La estabilidad y la previsibilidad del tipo de cambio son centrales para garantizar producción e inversión privada así como una política fiscal saludable. Esperemos que las autoridades económicas sean capaces de analizar la realidad, proyectar el corto y largo plazo y diseñar políticas que pongan en primer lugar a las personas.