15 feb. 2025

Aumentar exportaciones reduce riesgo de recesión

Por Robert Samuelson

WASHINGTON – Considerémoslo como un buen presagio. En octubre el déficit comercial de Estados Unidos disminuyó inesperadamente a 58.900 millones de dólares, alrededor de 5.400 millones menos que en septiembre. Aunque la causa principal fue la caída en los precios del petróleo, las fuertes exportaciones de Estados Unidos, que subieron un 14 por ciento comparadas con el año previo, también contribuyeron en forma significativa. Y eso es exactamente lo que la economía necesita en 2007: un aumento de las exportaciones. Nos protegería de una recesión y reduciría los peligrosos desequilibrios actuales en el comercio global. Necesitamos lo que los economistas llaman un “re-equilibrio” de nuestra economía y de la del mundo.
Con una tasa de desempleo del 4,5 por ciento, no se puede decir que la economía norteamericana tenga grandes problemas. Pero las amenazas empañan el panorama.
Primero, la caída en los bienes raíces. La especulación ayudó a alimentar el anterior auge y ahora ha llegado el momento de la retribución. En este año pasado, la construcción de viviendas cayó un 27 por ciento y las ventas de casa nuevas, un 25 por ciento. Los inventarios de casas nuevas no vendidas han aumentado un 14 por ciento, mientras los compradores esperan para ver hasta dónde caen los precios. Algunos economistas ven una recesión. La caída en los precios de la vivienda podría debilitar la confianza y los gastos del consumidor. Para fines de 2007, el desempleo llegará al 6,3 por ciento, predice Dean Baker del Center for Economic and Policy Research.
Segundo, la inestabilidad en la industria automotriz. Los modelos poco populares, los precios altos del petróleo y el alto costo de la mano de obra han obligado a realizar enormes reducciones en Ford, General Motors y Chrysler. La presión podría intensificarse. Las ventas de automotores disminuirán a 16,1 millones de unidades en 2007 –cifra más baja desde 1998– predice Moody’s Economy.com., mientras que en 2006 se vendieron 16,5 millones y en 2005 casi 17 millones. Desde junio, se han eliminado 95.000 empleos en el área de fabricaciones; de los cuales alrededor del 90 por ciento se vinculan a la industria automotriz y de la construcción de casas (madera, muebles).
Finalmente, y lo más importante, el comercio desequilibrado. Estados Unidos se ha dado un banquete de importaciones, mientras otros países se han vuelto excesivamente dependientes de las exportaciones. En 2006, Estados Unidos tendrá un déficit de cuenta corriente de 878 mil millones de dólares, estima la Organización para la Cooperación y e Desarrollo Económico (OCDE). Mientras tanto, China, Japón y Alemania registrarán excedentes de 211 mil millones de dólares y 117 mil millones de dólares. (La “cuenta corriente” es un balance de comercio expandido). Estos enormes desequilibrios podrían desestabilizar la economía mundial, mediante una crisis monetaria o una caída del comercio.
Aunque la mayoría de los economistas piensa que la Reserva Federal diseñará un “aterrizaje suave” –manteniendo la inflación baja mientras evita una recesión– podríamos estar cerca de una crisis. La cuestión real es si el mundo está o no dirigiéndose a un patrón de crecimiento económico más firme: exportaciones más fuertes para Estados Unidos, gastos de consumo mayores en otras partes. El patrón actual parece tambalearse cada vez más, porque entraña una contradicción peligrosa, a otros países les gusta venderle a Estados Unidos, pero pueden asfixiarse en la inundación resultante de dólares.
Hasta ahora, los extranjeros han vuelto a invertir la mayor parte de esos dólares en Estados Unidos. En el año que terminó en septiembre, compraron alrededor de 1 billón de acciones, y de bonos del Gobierno y de corporaciones de Estados Unidos, expresa David Wyss de Standard & Poor´s. Los inversores privados –no los gobiernos– realizaron el 85 por ciento de esas compras, dice. Pero si la preferencia por las inversiones en dólares disminuye, los mercados de acciones y bonos de Estados Unidos podrían debilitarse. El dólar podría caer considerablemente comparado con las otras monedas. La economía norteamericana podría sufrir una pérdida de riqueza y de confianza; las economías extranjeras podrían sufrir por la falta de exportaciones.
Ése es el peligro del patrón comercial actual. Con el tiempo, cambiará. Incluso sin India y China, los países en desarrollo están creciendo a un 5 por ciento anual. Comprarán más maquinaria, aviones e instrumentos avanzados, que constituyen el cogollo de las exportaciones norteamericanas. Con el crecimiento de sus clases medias, estos países probablemente se concentren más en sus propios consumidores en el futuro; la dependencia de las exportaciones a los Estados Unidos también se reducirá. En 2000, los países en desarrollo tuvieron un total de 352 millones de personas formando parte de familias con ingresos de más de 16.000 dólares, estima el Banco Mundial; para 2030, se proyecta que la cifra sea de 2.100 millones de personas.
Pero el año próximo es más incierto. Japón y China parecen aun comprometidos a un crecimiento basado en las exportaciones. Europa, donde el crecimiento interno se está acelerando, brinda más esperanza. De 2001 a 2005, el crecimiento anual en la zona del euro (los 12 países que usan el euro) promedió un 1,4 por ciento. Ahora la OCDE pronostica un 2,2 por ciento en 2007 después de 2,6 por ciento en 2006 –y eso podría incluso subir. “En Alemania”, dice Jean-Phillippe Cotis, economista jefe de la OCDE, “la gente estaba aterrorizada por el desempleo”. Si la disminución en la tasa de desempleo calma esos temores, es posible que gasten más, lo que sería una buena noticia si ayudara a reducir esos grandes desequilibrios comerciales.

* Esta columna se publicó en Newsweek

(c) 2006, Washington Post Writers Group