11:00-28/12/06
En el hecho más grave, por lo menos siete pasajeros de un autobús murieron carbonizados luego de que una banda de pistoleros los asaltara y le prendiera fuego al vehículo. Cerca de ocho puestos de policía fueron tiroteados y atacados con granadas en diferentes barrios de la ciudad, en hechos que dejaron dos policías, dos civiles y cinco delincuentes muertos.
Según el primer balance oficial de la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Río de Janeiro, los ataques también dejaron 8 policías y 14 personas heridas, en su mayoría pasajeros que estaban en el autobús incendiado. La policía informó de que, además de haber dado muerte a cinco de los pistoleros que atacaron los puestos policiales, arrestó a otros tres supuestamente vinculados al ataque al autobús y que no supieron explicar las quemaduras que tenían en las manos.
En la reacción, la policía se incautó de una granada, dos fusiles y dos pistolas.
El secretario de Seguridad Pública, Roberto Precioso, informó en rueda de prensa que la ofensiva criminal fue una reacción de los narcotraficantes a las últimas acciones de la policía contra el tráfico de drogas y a la posibilidad de que sea adoptado un nuevo y más severo régimen disciplinario en las prisiones.
“La reacción es contra el Estado, que ha combatido la criminalidad de manera efectiva. Los grupos criminales están sufriendo pérdidas financieras y están reaccionando”, afirmó.
“El motivo de los ataques también serían los cambios en el sistema penitenciario. Ellos están haciendo presión para negociar con el gobierno concesiones y privilegios. El temor de ellos es que sea adoptado un régimen disciplinario más duro”, aseguró.
Según Precioso, los ataques fueron ordenados desde las prisiones por los jefes de las bandas de traficantes de drogas, y las autoridades ya estaban prevenidas de que algo grave ocurriría. “Si no hubiese sido porque la policía estaba preparada y reaccionó, el resultado habría sido peor”, aseguró.
Precioso descartó todas las versiones, incluso de fuentes oficiales, de que los narcotraficantes estuviesen reaccionando a la expansión de los grupos paramilitares, supuestamente integrados por policías y que ya habrían desalojando a los vendedoras de drogas de unas 80 favelas de la ciudad.
En carteles arrojados a la calle por los pistoleros, los atacantes acusaron a la gobernadora de Río de Janeiro, Rosinha Garotinho, de incentivar la creación de los grupos paramilitares.
En los ataques, al menos cinco autobuses fueron quemados, entre ellos uno de transporte regional que había partido del estado de Espíritu Santo y se dirigía al estado de Sao Paulo con 28 pasajeros.
El vehículo fue interceptado en la Avenida Brasil, una de las principales arterias de Río de Janeiro, por un grupo de pistoleros que, tras asaltar a los pasajeros, le prendió fuego al autobús.
En los ataques a las cabinas y comisarías de policía murieron al menos dos agentes de la Policía Militar, una vendedora ambulante que trabajaba próxima a un puesto policial en el barrio de Botafogo y un hombre que estaba en una comisaría.
También se registraron ataques contra blancos policiales en los barrios de Alto de Boa Vista, en la zona norte de la ciudad, y Bangú y Barra de Tijuca, en la zona oeste, así como en el centro y en los suburbios de la llamada Baixada Fluminense. EFE