El padre Víctor Giménez, vicario, compartió el saludo de agradecimiento del clero y tomando las palabras del cardenal Cristóbal López –quien conoció a Cuquejo durante su misión en Paraguay–. Se refirieron al extinto arzobispo como defensor inteligente y cristiano, hombre gentil, de delicadas palabras, cercano y humano, hombre de escucha y de entrega, con una gran capacidad de trabajo.
Por su parte, en su homilía, el cardenal Martínez destacó que monseñor Cuquejo ha completado su peregrinar en la tierra, habiendo dedicado su vida a la misión de anunciar al Santísimo Redentor, Nuestro Señor Jesucristo, tomado de la mano de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. “Fue una larga y fecunda vida gastada por la causa de Cristo, incluso desde su quebrantada salud”.
Necesitamos –dijo– personas como monseñor Cuquejo, que animen a tener menos miedo al dolor, al sufrimiento, porque él supo tomar la cruz y seguir al Señor.
Mencionó que se necesitan personas que, como Cuquejo, hagan cercanas la paz y la alegría de la fe, de su creencia en el buen Dios que dio su vida por nosotros. “Él se ha preparado para este momento crucial, habiendo sido semilla que se abrió y le regaló al mundo lo mejor que llevaba adentro: las buenas iniciativas, el espíritu de bondad, el sentido de responsabilidad, la capacidad de comunicar, de perdonar y de servir a todos con disponibilidad’. Como sus antecesores arzobispos, Pastor Cuquejo fue sepultado en la Catedral.
El papa Francisco también hizo llegar su condolencias vía Nunciatura.
BIOGRAFÍA. Cuquejo nació el 20 de setiembre de 1939 en el distrito de San Estanislao, San Pedro, y 18 años después, en 1967, ingresó al Seminario de los Misioneros Redentoristas en Bella Vista, Buenos Aires, Argentina. Fue ordenado presbítero el 21 de junio de 1964 por el cardenal Francis Spellman, arzobispo de Nueva York.
El 26 de junio de 1982, el papa Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Budua y auxiliar de Asunción. Fue nombrado prelado de Alto Paraná y Canindeyú, el 19 de abril de 1990; el 5 de mayo de 1992 tomó posesión del cargo de obispo castrense. Fue nombrado arzobispo metropolitano de la Arquidiócesis de Asunción, el 15 de junio de 2002, sucediendo a Felipe Santiago Benítez. Permaneció 12 años al frente hasta el 2014.