El acto litúrgico llevado a cabo este jueves en la Catedral, coincidente con el Día del Sacerdote, sirvió para la bendición de los óleos que se utilizarán en la consagración de los cristianos y para la renovación del compromiso de obispos y sacerdotes.
En la ocasión, el celebrante, Pastor Cuquejo habló, entre otras cosas, de la importancia del celibato, a no entregar “nuestros sentimientos, nuestros afectos y mucho menos nuestro físico ya consagrado a cualquier persona”.
Agregó que la Iglesia pide la observancia del celibato, a través de una ley, pero no una que viene a ser meta de la vida consagrada, sino una ayuda para preservar esa consagración, sustancia de la identificación plena con el Señor.
Pero advirtió que no es fácil. “Todo tiene su precio, y es el sacrificio, la inmolación de cada día y aceptar los sufrimientos de cada día, abrazar sus sufrimientos, como Cristo abrazó el suyo de todos sus días hasta la cruz, porque ese es nuestro camino, no diferente al del Señor y al de los apóstoles”.
Exhortó además a anunciar la buena noticia. “Somos consagrados para la misión, para llevar la buena noticia, para que desde la profundidad de nuestra experiencia de Dios y desde la fecundidad del amor podamos en todo momento anunciar con fuerzas la esperanza que encontramos en Jesucristo Salvador, esa esperanza que tiene que vestirse contra aquellos signos de desesperación de nuestro pueblo, aquellos signos de enfermedad, de opresión, de pobreza extrema”, añadió Cuquejo.