Edito lo que escribe el teólogo catalán José Ignacio González Faus.
Es muy raro que rechacemos tanto la llegada de los africanos a Europa. Hace tres siglos los deseábamos tanto que ¡hasta íbamos nosotros! ¿Cuál es la diferencia? Pues, que entonces los buscábamos para luego venderlos como esclavos.
Se cumple aquí una ley que la historia enseña profusamente y nos negamos a aprender: Medidas que a corto plazo producen resultados magníficos, tienen a largo plazo consecuencias catastróficas.
¿Qué significa todo esto? Pues simplemente que los inmigrantes de África son nuestros acreedores. Tenemos una deuda con ellos y debemos de pagarla. Puede ser que esa deuda no sea mía en particular sino de mis ancestros, pero ya sabemos que esas deudas no prescriben y como decían los banqueros modernos a Grecia: El que la hace la paga.
Y Europa lo hizo.
Gestos como el del barco Aquarius recogiendo generosamente náufragos de las pateras (lanchas), evitan que se ahoguen algunos en el mar Mediterráneo. Pero esta no es la solución definitiva.
Europa “cazó” al comienzo del capitalismo a centenares de miles de negros libres y luego los vendió como esclavos, con lo que los grandes capitales de hoy tienen este origen esclavista. Y después de la primera guerra mundial los principales países europeos se repartieron las naciones de África convirtiéndolas en colonias de las que sacaron gratuitamente todas las riquezas posibles.
Ahora el gran negocio es venderles armas a los dos bandos de estados africanos y esto se repite muchas veces en el continente africano.
Y ahora los descendientes de los que se libraron de ser esclavos, pero fueron colonizados y ahora se están matando para el negocio de las armas, el primer negocio del mundo, y al verse empobrecidos, cruzan el Mediterráneo buscando ayuda de los que tuvieron la culpa de tanto mal. (P. Oliva).