Por Ariel Ramírez
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Empezó con un pálido empate y luego despegó de a poco. Entre el lunes y la madrugada de ayer, el cuadro albirrojo por momentos le pintó la cara a Brasil, en una exposición futbolística que nos dejó conformes a todos los que estuvimos en el estadio Río Parapití. El equipo puso entrega, dejó el alma en la cancha y, por momentos, desplegó una muy buena exposición futbolística. Qué gusto dio ver jugar a ese Paraguay, alegre, vivás y “picante”, como lo calificara el entrenador Ernesto Mastrángelo.
Despegó, y es lo que le pedíamos a este equipo, al que lo seguimos desde que arrancó el proceso. Sabíamos y sabemos de la capacidad de los jugadores que integran este plantel, sólido en el fondo, con dos arqueros que han dejado sobradas muestras de capacidad. En la última, el Gatito Fernández hizo honor a su apellido y solo por esas cosas del destino no pudo emular a su padre, el Gato Fernández, quien en su debut había sacado un resultado a cero.
En la defensa, enorme ha sido el trabajo de Richard Salinas, Pablo Aguilar y Nery Bareiro, y los laterales que han tenido la ocasión de acompañarlos.
La zona media es la que más ha cambiado, pero de a poco va encontrando su norte, y todavía da para más. Y para la delantera nos robamos una frase de Mastrángelo. Tenemos a cinco delanteros, a cuatro ya los hemos visto y todavía nos falta Julián Benítez. Quisimos verlo ante Brasil, porque los espacios que dejaba el equipo “verdeamarelo” en su desesperado intento por empatar eran propicios para la ardilla que tiene Paraguay.
DEFINITIVO. Ahora se viene el hexagonal y volviendo al hecho de que conocemos el potencial de este plantel, creemos que Paraguay debe lograr el despegue definitivo en estos partidos. Porque viendo lo que dejó el grupo y lo poco que vimos por TV del grupo B, podemos afirmar que Paraguay, por lo que expuso anoche –y sabemos que no es casualidad– puede aspirar al título.
Ahora empieza el verdadero campeonato y creemos que cuando nos volvamos a enfrentar a Brasil, debemos vengar este empate. Sí, lo leyó bien, un empate que fue demasiado premio para Brasil, que no pesó en el área y cuya estrella Alexandre Pato fue opacada por los Salinas, Bareiro y Aguilar.
Confianza es lo que tenemos en este equipo, cuyo cuerpo técnico ha empezado a no ver a la prensa como enemiga, dejándola asistir a los entrenamientos. Esperemos que la buena onda y el levante de Paraguay continúen, porque tenemos con qué y no podemos desaprovecharlo.