13 feb. 2025

A un año de su triunfo, Morales enfrenta una grave crisis política

El mandatario boliviano ya cumplió con algunas de sus promesas de campaña, sin embargo la crisis en el Congreso y el reclamo autonómico de cuatro regiones han puesto más presión sobre su gobierno.

EFE
La Paz
El presidente de Bolivia, Evo Morales, cumple hoy un año de su triunfo electoral agobiado por una crisis política centrada en la Asamblea Constituyente, una de sus banderas en la campaña que precedió a los comicios.
Morales, de 47 años, ganó los comicios presidenciales del 18 de diciembre del 2005 con el 53,7 por ciento de los votos, frente a varios partidos tradicionales, con el respaldo de los campesinos productores de coca y un sin fin de sindicatos urbanos y agrupaciones agrarias.
CONSTITUYENTE. Tras once meses de gobierno, el mandatario que había ofrecido “enseñar a gobernar”, cumplió casi inmediatamente su promesa de convocar a elecciones para conformar una Constituyente que redacte una nueva carta magna para “refundar” el país.
El objetivo, sin embargo, tropezó con una interpretación a la norma que establece la fórmula de votación en el foro y que ha demandado más de la cuarta parte de los doce meses que tiene de plazo para concluir su misión.
Morales no ha tenido que enfrentar sólo a los partidos que venció en las urnas sino a cuatro regiones, entre ellas dos de las más ricas del país, en las que perdió las elecciones para gobernadores, y que son ahora las que duplican su dolor de cabeza.
Tanta es la fuerza en los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, que el presidente tuvo que felicitar a sus líderes por llamar a la unidad en las asambleas populares que llevaron a cabo el viernes pasado.
Ello a pesar de que en estas advirtieron con desobedecer la nueva Constitución si el Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido oficialista, persiste en ignorar su pedido de autonomía administrativa regional.
La crisis entre el oficialismo y la oposición comenzó con la confrontación en el Congreso por la modificación a la Ley Agraria, a la que se oponían los partidos de derecha y que fue aprobada cuando el oficialismo logró el apoyo de dos senadores rivales.
NACIONALIZACIÓN. Sus rivales, empero, no desconocen el valor de la nacionalización petrolera dictada en mayo pasado, una de las diez promesas que más popularidad dieron al gobernante desde que asumió el poder el 22 de enero.
También recibió reconocimiento por la firmeza con que consiguió convencer a una docena de trasnacionales, entre ellas la hispano-argentina Repsol YPF y la brasileña Petrobras, para que acepten pagar más tributos sin recibir compensaciones.
DEUDA Y SUPERÁVIT. Morales no ha podido completar su compromiso de lograr el perdón de la deuda externa, aunque ha conseguido avances sustanciales en revertir el déficit fiscal y tiene seguro que concluirá este año con un inédito superávit del 5 por ciento.
La proclama antiimperialista de despenalizar la hoja de coca no se ha podido concretar y apenas ha descubierto el rumbo en la burocracia que requiere esa meta en las Naciones Unidas. Además, EEUU no está muy convencido de que redujo 5.000 hectáreas de cultivo de la polémica planta.

Positivo
Otra bandera electoral que cumplió Morales es la eliminación de los “gastos reservados”, la partida del presupuesto destinada por los gobiernos anteriores al pago de información confidencial y que se amplió a sobornos a dirigentes y legisladores.

Con la ayuda
del vicepresidente
Además del respaldo popular, el presidente Evo Morales ha cimentado su progreso en el poder con la ayuda del vicepresidente, Álvaro García Linera, el verdadero artífice de varios arreglos, tanto con la oposición como con algunos sectores aliados que se atrevieron a mostrar los dientes al mandatario.