Quince años más tarde, se preparan actos de tributo en EEUU que incluyen la exhibición de sus vestidos, sus divertidas pelucas y otros artículos, que podrán verse en el Bronx neoyorquino, Miami y Washington.
Los admiradores de la caribeña ya no disfrutan de su “azúcar”, su dulce grito en el escenario con el que enloquecía a las masas, y ya no la ven junto a su inseparable “cabecita de algodón”, como llamaba a su marido, el trompetista y director de orquesta Pedro Knight, con quien protagonizó una eterna historia de amor.
Pese a su éxito y de hacer bailar al mundo, en su país fue vetada por su oposición a Fidel Castro y no fue hasta 2012 cuando su voz sonó por primera vez en la radio en Cuba, país donde nació en 1925.
La cantante, cuyo deceso marcó el fin de su batalla contra el cáncer a los 78 años, tuvo la pena de no poder regresar a la isla, de donde salió de gira a México en 1960 junto a la Sonora Matancera y al cual nunca regresó. EFE