16 abr. 2024

A 16 años, la soledad rodea a los mártires del Marzo Paraguayo

La considerada mayor gesta ciudadana de la historia hoy es apenas recordada. Los sobrevivientes y los familiares de los mártires se sienten solos y olvidados, pero insisten en mantener viva la memoria. Sostienen que la Justicia cedió a los lazos de corrupción que protegieron a Oviedo y sus seguidores, favoreciendo la impunidad.

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Jóvenes carapintadas fueron los principales protagonistas del Marzo Paraguayo. | Foto: Archivo ÚH.

Por Andrés Colmán Gutiérrez | @andrescolman en Twitter

Hace 16 años, una multitud calculada en más de 20.000 personas llenaba las plazas del Congreso, celebrando el desenlace de la mayor gesta ciudadana en la historia del Paraguay, el llamado Marzo Paraguayo.

Ahora, ese mismo lugar donde está plantada la cruz de los ocho mártires aparece desolado y vacío, barrido por los vientos del olvido. El ajado cartel con los nombres de los héroes aparece roto, como la misma memoria ciudadana.

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“La gente es muy ingrata con sus héroes. En los últimos años nos fueron dejando muy solos a los familiares y a los sobrevivientes, seguramente por el desencanto que hay hacia los políticos, pero los que fueron a morir por la patria, como mi hijo, no lo hicieron por esos dirigentes, sino por su amor al Paraguay y a la libertad”, dice Gladys Bernal, dirigente de la Asociación Memoria Viva y madre de Henry Díaz Bernal, uno de los jóvenes que cayeron acribillados por las balas en la plaza, en la noche del 26 de marzo de 1999.

Herida de dolor y con graves problemas de salud, Ña Gladys no se doblega y anuncia que el próximo jueves 26 estará en la plaza a partir de las 18.00, junto con otros familiares y sobrevivientes, en el tradicional acto de homenaje a los caídos, al lado de la cruz del Cabildo.

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“No importa que seamos cada vez más pocos. Igual estaremos allí, encendiendo velas y cantando, rindiendo homenaje a nuestros héroes, reclamando justicia. No importa que los demás se olviden. Nosotros no nos olvidamos”, dice Ña Gladys.

Aquel marzo...

El asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, en la mañana del 23 de marzo de 1999 en una concurrida calle asuncena, provocó una reacción popular sin precedentes.

Una creciente multitud se fue concentrando en las plazas del Congreso, exigiendo el juicio político del presidente de la República, Raúl Cubas Grau, y de quien en ese momento era el verdadero poder detrás del trono, el general Lino Oviedo.

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La historia de lo que sucedió durante los seis días de la mayor crisis de violencia política, se recuerda con detalles en la siguiente cronología:

Martes 23 de marzo

En horas de la mañana, el vicepresidente Luis María Argaña es asesinado por sicarios que interceptan su vehículo en la calle Molas López casi Venezuela, en el trayecto al centro de Asunción. También muere en el ataque su guardaespaldas, mientras el chofer queda gravemente herido.

Seguidores de Argaña y miembros de la organización Jóvenes por la Democracia, inician una marcha desde el Sanatorio Americano hasta el Palacio de López, reclamando el juicio político al presidente Raúl Cubas y cárcel para el ex general Lino Oviedo, a quien acusan de ser el responsable del crimen.

Los manifestantes son contenidos por una barrera policial en las esquinas de las calles El Paraguayo Independiente y Juan E. O’Leary, y en horas de la tarde son víctimas de una fuerte represión policial, refugiándose en las plazas del Congreso. Renuncia el ministro del Interior, Rubén Arias, y es sustituido por el capitán retirado, Carlos Cubas, hermano del presidente.

Miles de campesinos que ese día marchaban sobre la ciudad para solicitar la condonación de sus deudas ante los bancos públicos, se concentran en las plazas del Congreso y en horas de la noche se unen a los demás manifestantes. Los principales partidos políticos convocan a la ciudadanía a unirse a la movilización.

Miércoles 24 de marzo

En sesión extraordinaria, la Cámara de Diputados aprueba el pedido de juicio político contra el presidente Raúl Cubas, en ausencia de siete diputados oficialistas que iban a votar en contra.

Desde el Palacio, Cubas anuncia que ha ordenado la detención del general Lino Oviedo, para dar cumplimiento a una sentencia del Tribunal Militar, refrendada por la Corte Suprema de Justicia, que lo había condenado a 10 años de prisión por un intento de golpe de Estado en abril de 1996. Oviedo se presenta al cuartel del Batallón Escolta Presidencial pero aclara que no se considera detenido, sino que se ha presentado voluntariamente para aclarar su situación jurídica.

En la plaza se suman los manifestantes oviedistas. Ambos bandos son separados por la policía, estableciéndose un espacio neutro entre los grupos. Se producen constantes enfrentamientos entre los manifestantes opositores y los partidarios del Gobierno.

Los restos del asesinado vicepresidente Argaña son velados en el Cabildo y en horas de la tarde son llevados hasta el Cementerio de la Recoleta.

El Gobierno ordena el cierre de fronteras con Brasil y Argentina por razones de seguridad.

Jueves 25 de marzo

El Senado se instala como jurado y los fiscales de la Cámara de Diputados acusan al presidente Raúl Cubas de haber violado la Constitución Nacional y del incumplimiento de la obligación de colaborar con la Justicia, al no cumplir con la orden que conminaba a encarcelar a Oviedo.

Se reabren las fronteras de Paraguay con Brasil y Argentina. Distintos sectores ciudadanos se pronuncian a favor de las determinaciones del Congreso. De nuevo se producen graves enfrentamientos entre manifestantes opositores y gobiernistas, estos últimos apoyados por la Policía.

Viernes 26 de marzo

El ex vicepresidente de la República, Ángel Roberto Seifart, y el dirigente colorado Miguel Ángel González Casabianca, llevan su respaldo al presidente Cubas y desde el Palacio de Gobierno amenazan con la posibilidad de que se desencadene una guerra civil.

Cerca de las 17.00, una fuerte acción represiva combinada de las fuerzas policiales logra desalojar a los manifestantes opositores de la plaza, forzándolos a replegarse en las cercanías de la Catedral Metropolitana. Los oviedistas ocupan todo el sector por algunos minutos, ya que los opositores vuelven a ingresar a la plaza, atacando con piedras y palos, y logran echar del lugar a los partidarios del Gobierno y a la policía. Varios autos son volcados o incendiados para formar barricadas y fortificar la plaza.

El presidente Cubas ordena que las Fuerzas Armadas salgan a imponer control. Una decena de tanques y tropas de la Caballería avanzan hacia el centro de Asunción, pero las barricadas impiden el ingreso hasta las plazas. Los tanques toman posiciones en zonas cercanas.

En horas de la noche se produce un ataque con armas de fuego por parte de francotiradores ubicados en edificios cercanos a las plazas del Congreso o desde las calles próximas, dejando finalmente un saldo de 7 manifestantes muertos y más de 700 heridos. Se desata una verdadera batalla campal en el microcentro, hasta horas de la madrugada.

Sábado 27 de marzo

Por un acuerdo garantizado por el arzobispo de Asunción, monseñor Felipe Santiago Benítez, los manifestantes aceptan retirarse del sector céntrico de las plazas y permanecer en las inmediaciones de la Catedral, para garantizar la realización del juicio político parlamentario.

Tropas de la Infantería de Marina forman un cordón alrededor del Congreso. En la sesión del Senado, los abogados del presidente Cubas presentan sus alegatos de defensa. Empiezan las negociaciones políticas para forzar la renuncia del presidente.

El comandante de la Policía, Niño Trinidad Ruiz Díaz, es destituido y se inicia contra él un sumario por las muertes en la noche del viernes. La familia del vicepresidente Argaña anuncia que promoverán querella contra Cubas y Oviedo, responsabilizándolos del asesinato. La mayoría de los manifestantes permanece en vigilia en las cercanías de la Catedral.

Domingo 28 de marzo

En horas de la mañana, la misa del Domingo de Ramos en la Catedral se convierte en un acto político para los manifestantes opositores al Gobierno.

En horas de la tarde crece la tensión ante versiones de que grupos de oviedistas armados marchan hacia la capital, presuntamente para forzar enfrentamientos.

Se producen reuniones entre diplomáticos y dirigentes políticos en la Embajada de Estados Unidos y en la residencia presidencial Mburuvicha Róga.

A las 20.40, el presidente Raúl Cubas comunica su renuncia y su partida al exilio en Brasil. A las 21.00, el titular del Congreso, Luis González Macchi, asume la presidencia. Las Fuerzas Armadas reconocen la legalidad del nuevo Gobierno.

Millares de ciudadanos llenan las plazas del Congreso y la explanada del Palacio de López, mientras caravanas de vehículos circulan por las calles con sus tripulantes agitando banderas, en celebración.

El general retirado Lino Oviedo huye del país a bordo de una avioneta con destino a Buenos Aires, donde recibe apoyo del presidente argentino Carlos Menem.

Quiénes fueron los mártires de la Plaza

Fueron siete los manifestantes que murieron bajo las balas de los francotiradores durante la resistencia ciudadana en la plaza, la noche del viernes 26 de marzo, y uno más que falleció un año después, a consecuencia de las heridas. Casi todos eran aún muy jóvenes. Algunos fallecieron enseguida, otros permanecieron horas y días en dolorosa agonía, hasta dar la vida.

José Miguel Zarza Caballero. Tenía 25 años de edad. Egresado del Colegio Salesianito en 1992. Hijo de Dionisio Zarza y de Porfiria Caballero de Zarza. Estudiaba el tercer año de Ciencias Contables en la Universidad Católica. Vivía solo, con la mujer que lo había criado, la doctora Pura Galiano de Vidal, de 68 años, en una vieja casona cerca de la Escalinata Antequera, mientras su madre vivía y trabajaba en Buenos Aires. “Abuela, voy a casa de unos compañeros”, mintió a la mujer para no preocuparla. Compró botellas de agua y las trajo a los campesinos en la plaza. Vino “solo por unos minutos” y se quedó hasta el final. En la noche del viernes estaba ayudando a evacuar a los heridos en la esquina de la plaza cercana al edificio Zodiac, en la esquina de las calles 14 de Mayo y El Paraguayo Independiente, cuando empezó a gritar que le faltaba aire y que le dolía mucho el pecho. Enseguida cayó al suelo. Una bala de calibre 22 le había atravesado el corazón.

Armando Daniel Espinoza Cardozo. Tenía 36 años. Analista de sistemas y máster en Informática, era funcionario del Ministerio de Hacienda. Tercero de cinco hermanos, en el seno de una familia vinculada políticamente al Partido Liberal. Vivía en una casa alquilada en Barrio Obrero, con su esposa Marta y sus dos hijos: Gabriela Aline (4) y José Armando (1). El viernes 26, al atardecer, estaba mirando la televisión, cuando vio la fuerte represión policial contra los jóvenes. Le dijo a su esposa: “Disculpame, pero yo no me puedo quedar aquí. Me voy a la plaza, a acompañar a estos jóvenes tan valientes”. En la plaza, sus compañeros lo vieron auxiliar a una persona de avanzada edad a protegerse en la esquina de 14 de Mayo y Benjamín Constan, cuando una bala le hirió en la espalda, desde arriba. Su hermano, el médico cirujano Hugo Espinoza, encontró al día siguiente su cuerpo en la morgue del Hospital de Clínicas. Le practicó personalmente la autopsia y extrajo una bala de pistola 9 milímetros.

Manfred Stark González. Tenía 28 años. Hijo del militar retirado Norman Stark y de Antonia de Stark. Fue presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Católica. Se encontraba defendiendo la plaza detrás de las barricadas, en las inmediaciones de la Casa de la Cultura, en 14 de Mayo casi El Paraguayo Independiente, cuando recibió un disparo en el pecho, con orificio de salida.

Víctor Hugo Molas Gini. Tenía 37 años. Casado con Esther Gini, con quien tuvo tres hijos. Ex alumno del Colegio Nacional de la Capital. Militante del Partido Liberal. Trabajaba como un emprendedor microempresario. Fue herido en la cabeza durante el ataque a la plaza. Trasladado en ambulancia al Hospital de Clínicas, se negó a permanecer allí porque quería seguir peleando junto a sus compañeros. Rechazó a los médicos que intentaron curarlo y regresó en la misma ambulancia. Volvió a la plaza a arrojar piedras y petardos, hasta que cayó fallecido.

Henry David Díaz Bernal. Tenía 20 años. Estudiante de Informática, trabajaba como auxiliar de un estudio de Ingeniería y era miembro del Centro Familiar de Adoración Cristiana. También era integrante de la barra “Mafia Negra”, apasionado seguidor del Club Olimpia. En la noche de ese viernes 26 de marzo, asistió con sus compañeros al Estadio Defensores del Chaco para alentar a Olimpia contra el Corinthians de Brasil y luego del partido, desde la cancha fueron marchando a pie hasta la plaza, portando la bandera de su club y la bandera paraguaya. “Si hoy yo muero, muero por mi patria”, le había dicho a su amigo Virginio Rodas. Recibió dos impactos de bala en la cabeza, en la vereda de enfrente al teatro Municipal, sobre la calle Presidente Franco. Estuvo internado sin signos vitales durante varios días en el Hospital Universitario, hasta fallecer. Le sobrevivieron sus padres, Mario y Gladys, y cinco hermanos.

Cristóbal Espínola Cardozo. Tenía 35 años. Campesino, oriundo de un asentamiento rural en la zona de J. Eulogio Estigarribia, Caaguazú. Llegó a la capital, acompañando la marcha campesina. Junto a sus compañeros, se unió a la resistencia ciudadana en la plaza del Congreso. Fue herido la noche del 25 de marzo por una bala en la boca, que le atravesó la columna cervical. Quedó paralizado y permaneció varios días en terapia intensiva en el Hospital Nacional de Itauguá, donde posteriormente los médicos le diagnosticaron muerte cerebral. Falleció el miércoles 7 de abril. Dejó una joven viuda y cinco hijos, el mayor de 14 años y el más pequeño de 1 año y medio. El asentamiento campesino donde vivía fue rebautizado y ahora lleva su nombre.

Tomás Rojas. Tenía 29 años. Oriundo de Concepción. Fue herido en la cabeza por una bala disparada por francotiradores. Falleció el 9 de abril en el Hospital de IPS. Era soltero, el menor de tres hermanos, había nacido en el seno de una humilde familia campesina. Al concluir su servicio militar, había decidido quedarse a vivir en Luque y trabajar como electricista en el colegio Nuevo Milenio de Lambaré. Mensualmente enviaba dinero a su madre, para su manutención. Fue a la plaza con otros amigos porque consideró que era su “deber cívico”. Cayó muerto en el techo de la Cámara de Diputados, en 14 de Mayo y El Paraguayo Independiente. Recibió una bala en la cabeza. Sus compueblanos lo sepultaron en el Panteón de los Héroes de la ciudad de Concepción.

Arnaldo Paredes, un joven que también fue víctima, falleció un año después en un hospital de Brasil, como consecuencia de las heridas recibidas en la plaza, que agravaron su estado de salud. "¡A pesar de todo valió la pena!”, exclamó con la V de la victoria al volver de una larga internación en São Paulo, abrazado a su bandera. Su nombre fue agregado al de los siete mártires, grabados en las cruces y en las placas que les rinden homenaje en la plaza frente al Cabildo.

Crímenes que quedan en la impunidad

Con una investigación aparte, a la del asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, el caso de la masacre de los manifestantes en la plaza, durante el Marzo Paraguayo, tampoco tuvo significativos avances.

Hubo 39 procesados inicialmente, pero solo el tirador que fue filmado disparando a la multitud, Walter Gamarra, fue condenado a 25 años de cárcel. En una entrevista concedida al diario Última Hora desde la prisión, en marzo de 2009, Gamarra reconoció haber disparado “a causa del fanatismo y el alcohol” y acusó de haber sido tomado como un chivo expiatorio, ya que no fue el único que disparó esa noche. “Mucha otra gente estaba allí disparando, pero siempre hay un chivo expiatorio”, recalcó.

El 28 de junio de 2004, tras haber estado varios años prófugo de la Justicia, el general Lino Oviedo retornó al Paraguay y decidió someterse por propia voluntad a la Justicia, para enfrentar los cargos acumulados en contra suya, tanto los del intento de golpe del 96 como por las muertes del Marzo Paraguayo. Fue detenido y trasladado a la Prisión Militar en Viñas Cué, en las afueras de Asunción.

El 23 de julio de 2007, Oviedo logró que un recurso de hábeas corpus sea admitido ante la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia paraguaya, y obtuvo su libertad provisional en el proceso por el asesinato de Argaña.

Otro hábeas corpus fue admitido en julio de 2007, logrando su libertad provisional en el proceso por la masacre de jóvenes del Marzo Paraguayo. En este caso, los abogados de Oviedo pretendieron cobrar las costas del proceso a los familiares de las víctimas, unos 785 millones de guaraníes. Los familiares de las víctimas del Marzo Paraguayo sostienen que la Justicia cedió a los lazos de corrupción que protegen a Oviedo y sus seguidores, favoreciendo la impunidad.

El 30 de octubre de 2007, la Corte también absolvió a Oviedo y dejó sin efecto la condena de 10 años por el intento de golpe de 1996.

Uno por uno, utilizando sus fuertes influencias en la Justicia Paraguaya y el poderoso aparato de abogados que siempre supo manejar, Oviedo logró desvincularse de todas las acusaciones y procesos en su contra y recuperar su plena libertad.

La mayoría de las últimas resoluciones a favor se obtuvieron durante la presidencia de Nicanor Duarte Frutos, por lo cual se habló de una alianza entre el último presidente colorado y el ex militar.

Tras los sucesos del Marzo Paraguayo, el oviedismo modificó sus discursos y su estrategia, adoptando un perfil principalmente parlamentarista.

Desde su rehabilitación tras la crisis de marzo, Oviedo no dejó de seguir intentando llegar al poder presentándose como candidato a presidente, pero los últimos resultados electorales demostraron que había perdido mucho de su caudal electoral, alcanzado como punto máximo en el 98, cuando estuvo a un paso de ser presidente.

En sus últimos años, Oviedo prefirió situar en cargos de poder y candidatura a su entorno más familiar, incluyendo a sus hijos y a su esposa, provocando la ruptura con varios de sus más fieles seguidores tradicionales. Presentándose por tercera vez como candidato a la presidencia en las elecciones de abril de 2013, intentaba disputar el lugar con los partidos de la izquierda y del centro por ser la tercera fuerza política y el evidente árbitro en el panorama político.

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Pero el destino escribió el final de su historia de una manera mucho más trágica y simbólica. En la noche del 2 de febrero de 2013, cuando Lino Oviedo regresaba a la capital de una gira proselitista por la zona de Concepción, aparentemente con un frente de tormenta, el helicóptero Robinson 44 que lo transportaba, en compañía del piloto y su guardaespaldas, se precipitó a tierra, falleciendo los tres tripulantes. Llamativamente, la muerte del considerado último caudillo militar en la política paraguaya, ocurrió exactamente a 24 años del golpe que derrocó a la dictadura, de la que Oviedo fue protagonista y donde iniciara su azarosa carrera política.

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