20 abr. 2024

Transformación Educativa y el papel de la prensa

Un principio fundamental del periodismo, que nos repitieron siempre en cuantos foros y cursos de capacitación hemos estado, es el ejercicio irrenunciable de escuchar las dos campanas. Esto es buscar y reflejar las posiciones antagónicas que existen sobre un tema. Algo que en algunos medios se da de forma automática; en otros, eventualmente, y en otros tantos, simplemente es de nula aplicación.

Cada profesión tiene su ética, la que se basa en valores y en principios que en su aplicación práctica, muchas veces, generan dilemas. Ocurrió durante la pandemia, con los denominados antivacunas. A más de un periodista, a más de un medio de prensa le habrá originado cierto ruido el tener que dar espacios a personas que en plena crisis sanitaria, cuando todos clamaban por obtener las vacunas contra el Covid-19, surgieron voces que pregonaban no vacunarse.

Suele ocurrir cuando, en el marco de la libertad de expresión –que aclaro tiene límites–, se da micrófono a personajes que hacen apología de la violencia o mienten aviesamente sobre algo o bien defienden una tesis que científicamente se demostró que estaba errada. La cuestión de las dos campanas se complica cuando no hay dos campanas o, bien, directamente se ignora a una de ellas.

En el caso Proyecto de Transformación Educativa (PTE), en proceso de discusión, aunque existe el consenso respecto de la necesidad del cambio, el microclima informativo generado es apocalíptico. No se ha logrado aún un debate en serio, en cierta medida, porque desde el periodismo tampoco estamos contribuyendo a que ello ocurra.

No se ve el esfuerzo, sobre todo, de parte de los grupos hegemónicos de medios de buscar el pluralismo y de evitar replicar, todos, solo las voces de dos o tres personas que de tanto ser consultadas y tener aparición pública, se constituyen en los gurúes de la materia. Acaso el debate sobre un tema tan trascendental se forja solo con base en lo que sostienen dos o tres figuras. Se necesita de un análisis racional sobre las supuestas ambigüedades y amenazas que contiene.

En periodismo existe un recurso muy interesante que es el contrapunto: es proponer un tema a dos personas con posiciones para que a partir de las preguntas formuladas plasmen con respuestas sus respectivas posiciones sobre el mismo asunto. Este recurso resulta muy interesante para recoger los argumentos que defienden unos y otros sectores con relación a un tema en discusión pública. Pero hasta este recurso ha quedado en el olvido en los medios. Hay una tendencia empobrecedora, que es seguir el camino fácil de entrevistar al mismo personaje, opinólogo o todólogo al que entrevistaron ya en la Radio A, el Canal B, y el Diario X. Así es como construimos referentes únicos, obviando decenas de otras personas que seguramente pueden ayudar a enriquecer la discusión y a aclarar mejor los temas que, antes de ser debatidos, ya son desvirtuados y satanizados. De esta manera, el resultado es siempre lo mismo: no cambiar nada.

Sobre el PTE no solo no se escuchan las distintas voces, sino que hay mucho humo y afirmaciones falsas sobre su contenido. Al menos, eso es lo que se concluye de las explicaciones y desmentidos que frecuentemente se ve obligado a realizar el ministro de Educación y varios expertos que hallan espacio en las redes sociales. Ante un panorama tan intencionalmente oscuro como el que se creó con respecto a la PTE, uno de los actores que puede y debe arrojar claridad es la prensa; sobre todo para identificar afirmaciones infundadas que se instalaron.

El periodista no puede renunciar a principios elementales como los que nos recordaba el maestro Javier Darío Restrepo: ser un apasionado de la verdad, y elaborar y compartir conocimiento.

¿Cuál es la verdad del proyecto de Transformación Educativa? ¿Qué estamos haciendo para contribuir con el conocimiento cabal del tema y abrir el debate a todos los actores?

Muy poco.

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