Uno de los datos que la clase política debería considerar en el momento de formular promesas electorales es el factor jóvenes y educación.
La más importante apuesta al país debería ser desde la educación, especialmente considerando los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (2021) que señala un dato contundente: solo el 50,8% de los jóvenes de entre 15 y 24 años asisten a una institución educativa formal. Si ese dato no alcanza para alarmar hay otro, y es la brecha enorme de desigualdad que se abre entre zonas urbanas y rurales. La brecha es del 13% y nos habla sin dudas de la exclusión que sufren las comunidades rurales y en particular los niños y jóvenes.
Señalan los expertos que hay varios motivos para la exclusión, algunos de ellos se han dado históricamente, como la pobreza de las familias. Sin embargo, hay nuevos factores como el aumento del consumo de drogas, asociado con el aumento al mismo tiempo del microtráfico. Y, finalmente, otra lacerante realidad que excluye a las jóvenes de la educación es el embarazo adolescente, el cual muestra cifras muy altas en nuestro país.
Las autoridades deberían estar preocupadas, dado que el de Paraguay, es uno de los más bajos en promedio de años de estudio en la región, llega apenas a 9,5 años, mientras que el analfabetismo ronda el 5% desde hace años.
La brecha entre el campo y la zona urbana no es solo un discurso, es una realidad que viven miles de jóvenes de zonas que deben sortear obstáculos para acceder a la educación, comenzando por los kilómetros que deben caminar para llegar a alguna institución para completar sus estudios.
A los jóvenes paraguayos les ha afectado considerablemente la pandemia, así como también les afecta la crisis económica que ha derivado entre otras cuestiones en la precarización de los empleos. Esto es grave, pues se debe recordar que en el Paraguay se ha normalizado la figura del estudiante-trabajador, que es el joven que debe trabajar para poder estudiar. Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH 2021), 6 de cada 10 jóvenes se encuentran en alguna actividad económica, pero solamente el 32% de ellos cuentan con algún seguro médico.
El Presupuesto General de Gastos de la Nación PGN es también una muestra de la desigualdad. De acuerdo con el plan de gastos del Tribunal Superior de Justicia Electoral, los partidos políticos que pugnarán en las elecciones generales del próximo año van a recibir 8,2 millones de dólares en aportes y subsidios. Mientras tanto, se mismo presupuesto apenas destinará 3,7 millones de dólares para la concesión de 5.004 becas escolares. Con esos mismos fondos se deben elaborar y repartir libros y guías didácticas para niños, jóvenes y docentes.
Es momento pues que los jóvenes mismos hagan valer sus potencialidades. Un inicio será entender que ellos tienen en sus manos, literalmente, la decisión respecto del rumbo político que pueda tomar la nación.
De acuerdo con los datos del Padrón Nacional, el que fuera utilizado en las elecciones municipales del 2021, se desprende que un total de 1.457.822 jóvenes, varones y mujeres, de entre 18 a 29 años de edad están habilitados para elegir a las nuevas autoridades. En el 2021, más de 1.450.000 jóvenes estaban habilitados para votar en las municipales.
La cruda y frustrante realidad nos indica que, sea por desidia o desinterés, quienes gobiernan el Paraguay han perdido la gran oportunidad de hacer historia y formular las políticas públicas necesarias para promover y desarrollar el potencial de su población joven. No se ha hecho, pero hoy los jóvenes todavía pueden asumir su protagonismo y enviar un mensaje a la clase política demandando cambios.