Lo negociado durante casi 4 años en La Habana entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) buscó poner en el centro a las 8 millones de víctimas de la conflagración interna, que según lo convenido accederían a reparaciones materiales y simbólicas, perdón, verdad y garantías de no repetición. Pero el ajustado resultado de la votación del domingo, al que la ciudadanía fue convocada a pronunciarse sobre el acuerdo para terminar 52 años de conflagración con las FARC, evidenció una fuerte división en los territorios más azotados por la guerra. “Todo es parte de la polarización, estamos polarizados desde muchas perspectivas. Hasta las víctimas están polarizadas”, dijo Juan David Cárdenas, analista político y profesor de la colombiana Universidad de La Sabana. La victoria del “no” se preveía en zonas conservadoras del país, como el Eje Cafetero o Antioquia, bastión del ex presidente Álvaro Uribe, principal opositor al acuerdo, zonas con picos de afectación por la guerra. AFP