Ya ha llegado la hora de respetar al campesinado y por equidad ponerlo a la altura de la Expo Feria.
Piden la condonación de deudas porque sin Reforma Agraria que les apoye en sus tierras con técnicos, créditos, caminos todo tiempo, transportes a su alcance, políticas públicas de frenar el contrabando agrícola y mercados seguros para sus productos, acabarán cada año endeudados en manos de usureros.
El resultado de ser desalojados de sus tierras que pasarán al agronegocio, mientras que ellos se hunden más en la pobreza de las periferias de las ciudades.
Añadan a esto la expansión de la soja que avanza inexorable ganando miles de hectáreas. Fumigando a los campesinos como si fueran plantas o desalojándolos con títulos comprados a funcionarios corruptos del Indert a pesar de que esos campesinos cultivaban las tierras desde generaciones.
El miércoles 20, a las 19.00, tuve la alegría de celebrar con ellos una misa delante del Congreso. La considero el mejor regalo que he recibido en este mes. Tuve el honor de hablarles y de abrazarlos. Qué flacos y qué gastados que están estos compañeros con apenas ropa para el frío de estos días y ya llevan más de 10 en Asunción.
Escribo todo esto emocionado y con una santa y gran ira. No hay derecho, sinceramente, de la enorme desigualdad que hemos creado en nuestro Paraguay. Como ciudadano y como cristiano no la admito.
En cuanto a la solidaridad con estos campesinos hay muchos que la han mostrado. Sin embargo, hay quienes egoístamente su único aporte es protestar por las dificultades de tránsito en auto por la ciudad por las manifestaciones campesinas. Como católico pienso que la catedral debió de ser abierta de noche para cobijarlos.