No hay mucho que hacer, salvo implementar un encierro nacional al estilo de Gaspar Rodríguez de Francia, sin permitir la entrada de extranjeros, y mucho menos si proceden del África. Una medida de ese porte traería grandes complicaciones de orden académico y monetario, pues cada año, en determinada época, nos llueven estudiantes angoleños que vienen a rendir exámenes de posgrado en la Universidad Unida.
¿Cómo controlar esas avalanchas de gente? Es imposible, teniendo en cuenta la sensibilidad de nuestros guardianes fronterizos a la vista de unos billetes de cien dólares. ¿Qué podríamos hacer si de pronto, y Dios nos libre y guarde, el ébola se instala y se torna epidemia?
Habría que ver si no quedaron sobrando por ahí unos cuantos catres, con el agujero en el medio, poncho jurúicha, de los que la ministra Cynthia Prieto había comprado un montón y que por suerte no fueron necesarios. El cólera se negó a entrar. Pero como el ébola tiene entre sus expresiones más impresionantes, unas diarreas estilo cataratas, los catres podrían servir de mucho.
No hay –por el momento– cura ni tratamiento efectivo contra el virus del temible mal que ya lleva años rondando; tantos que muchos ya pensamos que era todo un macanazo.
Bien, ahora que la cosa ya es epidemiológica en varios países africanos, y solo es cuestión de tiempo y mala suerte para que el mal entre en los Estados Unidos o Europa, los grandes laboratorios se volcaron a buscar afanosamente una vacuna o un tratamiento de terapia de acción fulminante (para el ébola) y ya existen vaticinios de que habría vacuna o cura para principios del año que viene.
Como se ve, no hay como una buena amenaza a la salud y el bienestar de los países centrales para acelerar la búsqueda de soluciones radicales. Pero mientras tanto, viviremos con un nido en la garganta (sí, escribí nido, por lo de los huevos) temiendo y temblando ante la posibilidad de que el virus diga presente en Paraguay.
Y una pregunta de predespedida: ¿por qué tienen tanta mala pata los africanos para los males complejos? ¿Ese continente prohija males por su condición tropical nomás? ¿O hay por ahí gente haciendo experimentos maléficos como los que hicieron con los monos verdes, y se cree que originaron el mismísimo sida?
Y ahora sí, acometo con la pregunta de despedida, que no por ser de esa condición debe ser corta. ¿Por qué los grandes laboratorios farmacéuticos no se abocaron ya hace tiempo a la búsqueda de una vacuna o un remedio, si el ébola ya había aparecido exhibiendo todo su terrible potencial y la casi irreversibilidad de su manifestación, en su segundo estadio?
Por lo visto, no solo los paraguayos somos negligentes.