Por Edgar Medina
CIUDAD DEL ESTE
Rumilda Figueredo, joven madre, sufre desde hace más de dos años maltratos físicos y sicológicos por parte de su ex pareja, Antonio Martínez Núñez, pero hasta ahora la Policía no hace efectiva una orden de captura que existe contra el agresor, según su denuncia. “Que haya justicia para la mujer”, reclamó.
El hecho se registra en el distrito de Presidente Franco desde el año 2014, según la víctima. Su ex pareja reside en el barrio San Rafael y aunque existe una prohibición judicial de acercarse a la vivienda de la víctima y 200 metros de su persona, el agresor continúa amenazándola, vía mensajes de textos y por las redes sociales.
Figueredo afirmó que resolvió recurrir a la prensa porque las autoridades no le dieron respuesta, para denunciar que no existe protección a las mujeres maltratadas. “Nadie hace nada hasta que ocurre algo malo. Muchas mujeres prefieren vivir con sus agresores porque no hay respuesta”, dijo.
El motivo del alejamiento fueron los celos. “No quería que trabaje, pero tampoco él trabajaba”, afirmó al mencionar la causa de la ruptura. Figueredo es madre de dos hijos, que también sufrieron maltratos por parte de Martínez Núñez, según su versión.
“Varias veces pidió volver. Pero era imposible vivir con él. Prefería estar por la calle que llegar a la casa a la noche”, recordó.
Cuando salió la orden judicial de alejamiento, igual su ex pareja siguió molestándola en las paradas de transporte público. “Me pegó en la calle, me atropelló en mi trabajo, amenaza con denunciarme y que me va a hacer perder mi trabajo”, sostuvo.
Obsesión. La afectada tuvo que abandonar su vivienda y dejó de utilizar su automóvil por miedo, según reveló. “Él cree que yo vendí la casa y me pide dinero todo el tiempo”, dijo.
La víctima reveló que cambió 8 veces su número de teléfono celular, en el transcurso de dos años, pero aún así sigue recibiendo los mensajes de texto, incluso, la imagen de un cajón por parte del agresor. “No para de enviarme mensajes, no para de llamarme, no sé qué más quiere casi dos años ya no estamos más viviendo con él, pero él sigue amenazando”, agregó la víctima.