Si Rosa Martínez, la anciana que estuvo en la primera fila de la ceremonia central en Caacupé contara todos los milagros que le hizo la Virgen le faltaría tiempo. La promesera, de 73 años, se vistió como los últimos treinta años emulando a la Inmaculada Concepción.
Como esta señora de Piribebuy llegaron ayer miles de peregrinos marcados por los milagros de la Virgen. La cita masiva tuvo un motivo principal: dar gracias. Gracias por la salud, por el trabajo, por la familia, por el amor, por lo que vendrá.
Santo ára. En el día de su cumpleaños, Araceli González no tuvo mejor idea que visitar a la Inmaculada, a la que dice deberle su vida.
La primera vez que sintió la bendición de la Virgen esta joven de Ñemby fue cuando nació de siete meses con solo 750 gramos y poca expectativa de vida. “Tres veces me salvó ella. La primera vez estuve mucho tiempo en la incubadora; la segunda, cuando tuve una neumonía a los 15, cuando eso los doctores dijeron que si hubiese llegado 10 minutos tarde, me moría”. En la tercera ocasión, otra vez la neumonía la golpeó. “Y me compliqué, pero ahora estoy sana y tengo una hija de siete meses que se llama Yusara Mailen González, estoy muy orgullosa, ella nació sanita, por eso le agradezco a la Virgen”.
Para siempre. En la subida del cerro, los peregrinos Paz Herrera (15) y Pablo Alcaraz (17) se juraron amor eterno. “Venimos a pedir para estar juntos siempre”, relataron los jóvenes que caminaron desde Ypacaraí, con sonrisas bromearon que puede que el año que viene regresen a peregrinar vestidos de novios para casarse ante la Virgen.
Luján López cargó una mochila pesada desde el puente de Areguá. Cansada relató que la arribada es lo que más cuesta de todo el trayecto a Caacupé. Junto a sus amigos aclaró la señorita que no arribaron a la Villa Serrana para distraerse, sino que para cumplir sus promesas. También rogó a la Virgen porque su amor sea eterno.
Las promesas se volvían menos amorosas a medida que los peregrinos coleccionaban arrugas. El peregrino Vidal Villalba, por ejemplo, confesó que pidió a la Virgen salud y trabajo el año pasado, “y me cumplió. Todos estamos bien”, indicó el vecino del barrio Santísima Trinidad de Asunción, después continuó su camino.
Así como los peregrinos pagaron sus promesas, también los servidores apostados a lo largo de la ruta 2 lo hicieron a través de diversos tipos de asistencia desde calmar la sed hasta masaje exprés.