Afirmó que todo dependerá de los votos que consigan los cartistas y que, por el momento, seguirá en el cargo.
“Hasta el miércoles estoy seguro de que estaré en el cargo”, dijo irónicamente y significó que su salida no dependerá de los dictámenes de las comisiones donde se envió el proyecto de reglamento, sino de los votos.
Indicó que no sabe si se mantendrán los 43 votos en su contra y que todo se define en el día de la sesión.
Señaló que está seguro de que el pedido de destituirlo de la presidencia provino de Mburuvicha Róga, en alusión al presidente de la República, Horacio Cartes.
Dijo que fue electo por unanimidad de sus colegas de la Cámara Diputados y que el cargo no corresponde a un sector interno del partido.
Cuando fue consultado sobre lo mencionado por Santiago Peña, quien afirmó que el cargo le pertenece al movimiento oficialista, Velázquez apuntó que Peña “apenas va a comenzar a opinar de lo que pasa en el Partido Colorado, qué va a saber él”.
Aseguró que los cartistas no pueden imponer algo, puesto que no tienen mayoría propia; no obstante, consiguieron la mayoría con 9 liberales y un luguista.
“Ayer (el miércoles) tenían los votos para echarme, pero plantearon algo fuera del reglamento y por eso no prosperó”, dijo Velázquez, quien se reunió en la mañana de ayer con Mario Abdo Benítez en el Senado para ultimar detalles del lanzamiento de la dupla.
Velázquez salió del movimiento Honor Colorado al no estar de acuerdo con la candidatura de Peña y anoche fue presentado como candidato a vicepresidente de la disidencia, acompañando a Mario Abdo Benítez.
El cartismo tenía la intención en la sesión del miércoles de destituir a Velázquez, quien hábilmente pudo evitar que el proyecto fuese debatido en la sesión y se finiquitara la intención de Cartes.
Varios de los que estaban en contra de la maniobra dijeron que se trató de un “déjà vu (algo ya vivido)” de lo sucedido en el Senado, cuando el 31 de marzo pasado los pro enmienda modificaron el reglamento interno avasallando todas las normas y requisitos.
La intención de los aliados era tratar el proyecto como una cuestión de privilegio, pero Velázquez no permitió.