Aunque todavía no está plenamente definida la cuestión, el propio intendente municipal de Asunción, Mario Ferreiro, ya da como un hecho la próxima rescisión del contrato de adjudicación del plan de estacionamiento controlado y tarifado en la ciudad capital, con el consorcio empresarial Parxin, aunque prefiere dejar la decisión final en manos de los concejales de la Junta Municipal.
Hasta ahora, la responsabilidad acerca de la posible suspensión de la aplicación del sistema, que ha provocado mucha polémica en la propia ciudadanía, está siendo pasado de mano en mano entre el intendente y los concejales, como si fuera una pelota tata (pelota de fuego). En su última sesión, los miembros de la Junta devolvieron el mensaje enviado por el intendente, pidiéndole que él decida la cuestión, pero el jefe comunal ha decidido volver a enviarlo a los concejales, reclamando que son ellos quienes deben decidir con su voto si se rescinde o no la adjudicación.
Obviamente, tanto el intendente como los ediles saben que la aplicación del estacionamiento –por un contrato que heredaron de la anterior administración– resultará sumamente impopular para los ciudadanos y prefieren evitarse el costo político, principalmente en esta época de elecciones. Por ello, valiéndose del dictamen de la Contraloría, que recomienda anular la adjudicación, alegando que el consorcio empresarial beneficiado, Parxin, presentó la póliza de seguros en forma extemporánea, algo que la empresa niega y amenaza con demandar a la Comuna.
Más allá del probable conflicto judicial que puede llegar a desencadenarse y del actual tira y afloja entre la Intendencia y la Junta Municipal, en el caso de que finalmente se suspenda la aplicación del estacionamiento tarifado, el intendente Mario Ferreiro y sus colaboradores tendrán una gran oportunidad para replantear el ordenamiento del espacio público con un criterio más funcional y sobre todo con un carácter más social y educativo para los ciudadanos.
No se debe permitir que siga imperando el estado actual de ley de la selva en las calles de Asunción, donde cualquiera estaciona donde quiere o puede, y son los llamados cuidacoches los que imponen abusivas reglas, pero también hay que evitar caer en un modelo de estacionamiento y control, en donde el Municipio cede su autoridad a una empresa privada que solo tiene en cuenta el lucro, y acaba siendo un martirio para los ciudadanos, como fue la anterior experiencia en la década del 90, con el CEA.
Construir una ciudad más ordenada y amigable, a escala humana, es el gran desafío.