29 mar. 2024

Universidad panameña demuestra que la jubilación no es solo vejez y nietos

Panamá, 15 abr (EFE).- Serrano del Valle, un comerciante jubilado que se acerca a los 80 años, está muy contento porque sus compañeros jóvenes del curso de pintura al óleo le han enseñado que en Youtube puede seguir los tutoriales de reconocidos artistas de todo el mundo.

Fotografía del 11 de abril de 2017 de un grupo de estudiantes en la clase de pintura de la Universidad del Trabajo y al Tercera Edad, en la Ciudad de Panamá (Panamá). La Universidad del Trabajo y la Tercera Edad, un centro público dependiente de la Univer

Fotografía del 11 de abril de 2017 de un grupo de estudiantes en la clase de pintura de la Universidad del Trabajo y al Tercera Edad, en la Ciudad de Panamá (Panamá). La Universidad del Trabajo y la Tercera Edad, un centro público dependiente de la Univer

“Son pintores muy profesionales, aprendo mucho con sus vídeos y gracias a ellos puedo dar consejos a mis compañeros en clase”, reconoce a Efe este hombre menudo pero lleno de energía, mientras enseña el paisaje tropical en el que está trabajando y hace recuento de todos sus pinceles y sus botes de pintura.

Del Valle es uno de los alumnos de la Universidad del Trabajo y la Tercera Edad, un centro público dependiente de la Universidad de Panamá que ofrece desde 1999 un sinfín de seminarios y talleres de temática muy variada para cualquier persona mayor de 18 años.

“Yo estoy jubilado, pero no me dejo ni me abandono. ¡Mi abuelo murió con 116 años, así que imagínese cuánto tiempo me queda!”, exclama risueño.

En 2016, llenaron las aulas de esta facultad cerca de 1.600 alumnos, en su mayoría mayores de 50 años, pero también jóvenes como Ibrahim Sim, un músico treinteañero que tiene claro que solo quiere apuntarse a cursos donde haya personas de la tercera edad.

“Los jóvenes somos más alterados, más corrinchosos (inquietos) y nos concentramos menos”, admite este musculado músico.

Liriette Rodríguez, un ama de casa a punto de cumplir el medio siglo, también está encantada de asistir a clases de Excel e intercambiar apuntes con mujeres que podrían ser su madre.

De ellas, dice, admira principalmente su tenacidad y su paciencia, unos atributos cada vez más difíciles de encontrar entre la gente joven.

Las universidades de la tercera edad, también conocidas como universidades de tiempo libre, nacieron en Francia en los años 70 del pasado siglo.

En un principio estaban centradas en personas ancianas, pero pasados los años empezaron a abrir sus aulas a todo aquel con tiempo libre y ganas de aprender, independientemente de su fecha de nacimiento.

La directora de este centro panameño, Judith de Salazar, explica a Efe que su principal objetivo es promover el desarrollo de la persona a lo largo de toda su vida, y desterrar el estereotipo de que la educación y el aprendizaje son solo una cuestión de niños y jóvenes, mientras que la jubilación es simplemente vejez.

“Queremos conseguir que nuestros mayores dejen de pensar que son solo abuelos y que solo sirven para cuidar a los hijos de sus hijos, y ayudar a los jóvenes a que dejen de mirarles con prejuicios y asimilen que ellos también van a llegar a esa edad”, indica.

La convivencia intergeneracional dentro de las aulas ayuda a “integrar y dignificar” a las personas mayores y promueve el intercambio de experiencias, añade esta maestra, que lleva al frente de la institución solo desde octubre pasado y se ha propuesto darla a conocer por todo el país.

De Salazar recuerda cómo hace unos años las familias giraban en torno a los abuelos y lamenta que muchas sociedades ahora fomenten el culto al niño y olviden a sus mayores.

“Hay que educar desde muy pequeños a respetar a los mayores, a hacerles partícipes de la sociedad. Nosotros tratamos de acortar la distancia entre generaciones, pero el gran esfuerzo lo tienen que hacer los otros niveles educativos”, reivindica.

En 2015, había 901 millones de personas mayores de 60 años en todo el mundo, cerca de un 50 % más que en el año 2000, según datos de la ONU.

El organismo internacional calcula que en 2050 la población mayor de 60 años se duplicará y que el 80 % de la misma vivirá en las regiones menos desarrolladas.

María M. Mur

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