19 mar. 2024

Unicef urge a Latinoamérica a erradicar la pobreza y muertes en la infancia

La pobreza y las muertes en la infancia comprometen el presente y el futuro de América Latina y el Caribe, por lo que los países deben reaccionar con ambiciosa voluntad para erradicarlas, afirmó la directora regional de Unicef, Marita Perceval.

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Unos 70 millones de niños y niñas viven en pobreza. Foto: malbaciudad.org

EFE


Perceval, de nacionalidad argentina, expuso en una entrevista con Efe en Bolivia, las cifras de la realidad de la niñez golpeada por la pobreza, la exclusión educativa, las muertes por causas evitables, la desnutrición y la violencia.

El mundo asumió en 2015 los objetivos de desarrollo sostenible para dar fin a esos males, que en Latinoamérica están presentes sobre todo por el “empecinamiento” de la desigualdad y la violencia.

“Esta ambiciosa voluntad de la comunidad internacional tiene que plasmarse en cada uno de nuestros países y Estados en una América Latina y caribeña que, como saben, no es la más pobre en términos de población, pero somos la más desigual”, afirmó Perceval, junto a su representante en Bolivia, Sun-Ah Kim Suh.

Latinoamérica es la región del mundo que “más desiguala” a la niñez y la “más violenta para los niños” no porque tenga conflictos armados, sino por la violencia sufrida en sus hogares, lamentó.

Perceval abogó por analizar con “responsabilidad sincera” y no con “desesperación pesimista” las cifras de los daños a la niñez, que cita para reiterar la necesidad de que los países, en el contexto de la crisis económica, sean más eficientes y no hagan recortes al cumplimiento de los objetivos dedicados a la infancia.

América Latina y el Caribe tiene 195 millones de niños, niñas y adolescentes, de los que 70 millones viven en pobreza, sobre todo en las zonas rurales y los entornos periurbanos, explicó.

Cada año se registran 196.000 muertes de niños menores de cinco años, la mitad en los primeros 28 días de vida.

Asimismo, 6,3 millones de inmigrantes son menores de 18 años y cada vez más migran por cuenta propia huyendo de la pobreza y la violencia.

La exclusión educativa afecta a 14 millones de niños y en el área del cambio climático hay 13,4 millones que viven en zonas de riesgo de sequía y 13,1 millones en lugares de potenciales inundaciones.

Sobre la violencia en la región, 25.000 niños y adolescentes son víctimas de homicidios cada año y 1,1 millones de jóvenes mujeres sufren violencia sexual, según citó, entre los datos más alarmantes.

Además, 6 millones de niños menores de cinco años sufren desnutrición crónica y 3,9 millones padecen sobrepeso; hay 32.000 menores de 15 infectados con VIH y 200.000 entre los 15 y 24 años.

Perceval enfatizó que es posible avanzar mucho más para cambiar esas realidades, para mejorar la nutrición como lo hizo Bolivia en los últimos años o para acabar con la transmisión vertical del VIH de madre a hijo como sucedió en Cuba, según destacó.

A su juicio, aunque hay grandes diferencias entre los niños de un país y otro, y de un continente a otro, lo que causa “una profunda desazón” son las desigualdades arraigadas dentro de una misma nación.

En ese sentido, llamó la atención sobre zonas de un país de “altísima prosperidad, que parecen del ‘primer mundo’ y los espacios de miseria, abandono, que parecería que Dios por allí no pasó”.

Para que los compromisos con la comunidad internacional “no sean un papel mojado, sino proyectos de vida concretos realizables”, señaló que en los países hay que trabajar más y llamar la atención sobre lo que falta por hacer, a la vez que destacar lo avanzado.

Apuntó que durante su visita a Bolivia habló con varias autoridades, entre ellas el vicepresidente del país, Álvaro García Linera, y percibió que reconocen la necesidad de hacer más.

“Ninguno nos dijo las cosas están todas bien. Creo que es también como uno se aproxima para con respeto decir las cosas se pueden hacer mejor y hay cosas que no están haciendo y que se deberían hacer”, sostuvo la funcionaria internacional.

Además, destacó la importancia de que no solo el Estado haga su trabajo, sino también las familias para frenar la violencia contra niñas en sus propios espacios de convivencia o con la participación de empresarios cuando hay explotación laboral.

En este último sentido, destacó un proyecto que permite a los empresarios de la zafra de Bolivia lograr una certificación de producción cuando evitan la explotación de la niñez y adolescencia en la recolección de la caña de azúcar, algo que antes era común.

Sobre la necesidad de no hacer recortes en Latinoamérica para los temas de infancia, Perceval concluyó que “avanzar lleva años, retroceder un instante”, pero si un Estado decide hacerlo está decidiendo sobre “el presente y el futuro de un país”.

“Creo que la mayoría plena de los pueblos y gobiernos de nuestra región no quieren retroceder, pero si hay que reconocer que está costando más avanzar”, finalizó.

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