Ayer, cerca de un millar de alumnos amanecieron en el patio de esa casa de estudios –situado en las calles Cerro Cora y Perú– en el marco de una vigilia en apoyo a la Unasur.
“Deberían intervenir primero para que vean la calidad de alumnos que hay acá en la universidad. Nos gustaría que vengan los del Cones para que vean toda la infraestructura que se tiene acá”, expuso Lorena Franco, del 4º curso de Medicina Veterinaria.
De los 9.000 estudiantes afectados por la clausura de 14 carreras, la mayoría corresponden a las ramas de la Enfermería, Radiología, Kinesiología y Nutrición, entre otros.
“Yo tengo la esperanza de que esto se va a solucionar y que vamos a continuar en la Unasur. Nosotros amamos a esta universidad”, dijo a su vez María Teresa Caballero, del 3er curso de Veterinaria.
Centenares de universitarios permanecieron hasta ayer al mediodía en la institución, a la espera de que el Cones trate el pedido de reconsideración presentado ante el sorpresivo cierre de las ofertas académicas.
Al revés. El órgano regulador de la educación superior solía intervenir primero –ante denuncias– una institución y luego de constatar irregularidades procedía al cierre de carreras, filiales. A partir de la entrada en vigencia de la resolución 166 –que reglamenta la función del Cones–, se hace al revés.
El cuerpo colegiado procede al cierre directamente de las ofertas académicas que fueron creadas y no implementadas entre el 2006 y 2010 –bajo el amparo de la entonces Ley 2529/06 o Ley Marcos– teniendo como fuente las declaraciones juradas de las instituciones educativas.
La Ley Marcos permitía a los consejos directivos de cada Facultad crear a discresión la cantidad de carreras y filiales, sin aprobación ni control del Consejo de Universidades, lo que hoy es el Cones.