Tras una reunión con el presidente boliviano, Evo Morales, en La Paz, Samper dijo que hay una autorización para “hacer las primeras gestiones de financiación con el Gobierno chino”, que han ofrecido a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y de Unasur “la posibilidad de un financiamiento de proyectos regionales”.
“Este no sería un proyecto solamente de un tren boliviano, sino que sería un proyecto multinacional que involucraría a otros países como Brasil, Argentina y el Perú, y seguramente si se obtienen ramificaciones podría llegar a Paraguay”, argumentó.
El expresidente colombiano añadió que el ferrocarril podría transportar a siete millones de personas y casi diez millones de toneladas de carga en 2021, aunque el volumen de mercancías podría incrementarse en los años sucesivos.
Samper valoró que este proyecto es “un viejo sueño de los bolivianos” y la integración ferroviaria supondría “la columna vertebral de la economía boliviana”.
A mediados de este mes, el vicepresidente y ministro de Transportes y Comunicaciones de Perú, Martín Vizcarra, expresó en Bolivia el apoyo de su país al llamado corredor ferroviario central.
Según ha explicado Morales varias veces, se trata de un proyecto que integrará a seis de los países de Suramérica porque el ferrocarril bioceánico también se conectará con la hidrovía Paraguay-Paraná, beneficiando a Argentina, Paraguay y Uruguay.
La máxima autoridad de Unasur abogó también por continuar los proyectos de integración a pesar de “una suerte de desespero económico” que se siente en la región y que, opinó, en Bolivia se nota menos porque “es la joya de la corona de la economía sudamericana”.
“Cuando hay dificultades, lo que hay que hacer es más integración y no desintegrarnos. Por eso este es un proceso de integración, de unión y de reforzamiento de la identidad sudamericana”, aseveró.
Samper también se reunió con los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado boliviano para concretar avanzar en la conformación del Parlamento suramericano, que funcionará cerca de la ciudad de Cochabamba, en el centro de Bolivia.
La construcción del futuro parlamento suramericano se realiza en el pueblo de San Benito, situado a 38 kilómetros de Cochabamba, en una superficie de 60 hectáreas y una inversión de 65 millones de dólares.