Pero descubrid en ellos a Cristo, y eso que leéis no solo se vuelve sabroso, sino embriagador». Él es quien descubre el profundo sentido que se contiene en la revelación anterior. Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras.
San Juan Crisóstomo comenta así este pasaje de los Hechos de los Apóstoles: «Considera qué gran cosa es no descuidar la lectura de la Escritura ni siquiera durante el viaje (...).
El papa Francisco, en una homilía dijo: “Con la venida de Dios en la historia estamos ya en los tiempos ‘últimos’, después de los cuales el paso final será la segunda y definitiva venida de Cristo”.
Naturalmente aquí se habla de la ‘calidad’ del tiempo, no de su ‘cantidad’. Con Jesús ha venido la plenitud del tiempo, plenitud de significado y plenitud de salvación. Y no habrá más una nueva revelación, pero la manifestación plena de lo que Jesús ha ya revelado.
En este sentido estamos ya en la ‘última hora’; cada momento de nuestra vida no es provisorio, es definitivo y cada acción nuestra está cargada de eternidad. De hecho la respuesta que damos hoy a Dios que nos ama en Jesucristo, incide en nuestro futuro.
La visión bíblica y cristiana del tiempo y de la historia no es cíclica, pero linear: es un camino que va hacia un cumplimiento. Un año que ha pasado, por lo tanto no nos lleva a una realidad que termina, pero a una realidad que se cumple, es un paso ulterior hacia la meta que está delante de nosotros: una meta de esperanza y de felicidad, porque encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra alegría”.
(Del libro Hablar con Dios de Francisco Fernández Carvajal y http://es.catholic.net/op/articulos/48987/ciclo-b.html)