Hubo chiperas, mimos, chiroleras y mucho más, que aportaron color a la concurrida celebración, que tuvo como marco un espléndido día, con una temperatura ideal.
Los pueblos originarios no quisieron estar ausentes del festejo y también desfilaron, con su indumentaria típica, para que los presentes conozcan un poco de sus costumbres y tradiciones.
Tampoco faltaron los bailes tradicionales paraguayos, en los que también se apreciaron las finas confecciones en ñandutí. Las ferias se sumaron al festejo, tanto las artesanales que fueron muy requeridas –en especial por las madres que aprovecharon para escoger sus regalos–, y las gastronómicas, que fueron disfrutadas por todos, chicos y grandes. Una fiesta digna de repetirse.