Por Pedro García Garozzo
Estimulada por su gran triunfo ante Brasil, tiene la oportunidad de cambiar la historia ante otro gigante de América, como lo es Argentina, rival que nunca hasta hoy pudo vencer en la más antigua de las competencias oficiales a nivel de naciones vigentes en el mundo.
La actuación cumplida por el equipo nacional en la actual justa continental que se desarrolla en Chile, ha superado todas las expectativas, que incluso eran bien pesimistas, a la luz de los últimos mediocres resultados que se habían registrado en la eliminatoria para el mundial del Brasil.
Paraguay estuvo ausente en esa final, después de haber marcado cuatro presencias consecutivas en Francia 98, Corea-Japón 2002, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, cumpliendo la peor de todas las campañas desde que rige este sistema clasificatorio, sumergiéndose en el sótano de la tabla de posiciones, lejos de toda posibilidad de ingreso entre los finalistas.
Más allá de lo que pueda representar el desenlace de la semifinal que hoy afrontará nuestra albirroja ante Argentina, el rescate de valores auténticos como confianza, autoestima, garra y coraje que este grupo muy bien dirigido por Ramón Díaz consiguió, es un capital de enorme valor que queda como fruto de esta gestión. Sustenta por ende la recuperación de la esperanza de llegar nuevamente a las próximas finales mundialistas si se sigue en esta acertada senda, de la que estuvimos extraviados en el anterior ciclo.
El rival que nos toca es muy difícil. Pero no imposible. Así quedó demostrado en el partido que empatamos 2 a 2 en esta misma edición copera.
Los antecedentes que tenemos en la Copa América ante Argentina son los más deficitarios, pues hasta hoy nunca le pudimos derrotar a la albiceleste en esta justa.
Hasta hoy se jugaron 22 partidos, con 17 victorias albicelestes y cinco empates, 68 goles para los rioplatenses y 21 para los nuestros.
Este hecho, antes que amilanarnos debe servir como un gran incentivo para conseguir un doble logro: llegar a otra final, aparte de romper esta suerte de tabú estadístico que tenemos todavía, sin victorias ante nuestros vecinos del sur.