Mariana vivía en Asunción y tenía 19 años cuando decidió inscribirse como servidora del papa Juan Pablo II. Ella formaba parte de un grupo religioso que se unió a la actividad con muchas expectativas.
El Papa vino en mayo del 1988, pero los servidores comenzaron a prepararse un año antes. Así fue como Abilio Mendoza, un joven sampedrano, llegó a la capital para formar parte de las actividades y prácticas para la fecha más esperada por los católicos.
“Una de las dinámicas de un campamento que se hizo en Villa Florida, era escribir en un papel el nombre de algunos de los integrantes que quisiéramos conocer. El objetivo era que interactuemos con los que iban a ser nuestros compañeros durante esos tres días. Abilio escribió mi nombre en su hoja”, recuerda sonriente Mariana, que ahora es madre de un hijo de 25 años.
“En el primer receso me acerqué a él, le dije mi nombre completo y a qué parroquia pertenecía. Ahí comenzamos a ser amigos”, comentó.
La amistad de ellos duró un año, pero después de que Juan Pablo II se fue, Abilio tuvo que encontrar la manera de confesar su amor y resolver un gran problema: la distancia que los separaba.
“En el 89 nos casamos. Un año después tuvimos a nuestro único hijo, Francisco. Abilio se mudó a Asunción y aquí seguimos viviendo”, expresó Mariana.
Juntos en la labor eucarística
La unión de Mariana y Abilio no fue solo para formar una familia, ya que juntos siguieron con la labor eucarística.
Ambos formaron el Movimiento Familiar Cristiano en el que específicamente trabajamos con los jóvenes y matrimonios jóvenes.
“Veníamos de familias dedicadas al trabajo religioso. Mi papá fue ministro de la Eucaristía y la Palabra y mi madre de la Legión de María. Mis suegros, en San Pedro, también se dedicaban a diversas actividades en su parroquia”, recordó la ex servidora.
Mariana y Abilio son un ejemplo para muchas de las parejas del grupo, pero especialmente para su hijo, quien se negó a seguir una carrera sacerdotal para formar una familia como la de sus padres.
“Una vez le hablamos y le dijimos que nos gustaría que sirva al señor a través del sacerdocio, pero tal fue nuestra sorpresa cuando nos dijo que quería una familia como la que nosotros formamos y que sus hijos gocen en ella así como él”, señaló la orgullosa madre.
Con el mismo espíritu y jovialidad de hace 27 años, Mariana y Abilio, miembros del grupo de ex servidores, denominados Promo 88, se preparan para volver a servir, pero esta vez al papa Francisco, y ya cuentan con una interesante agenda para los próximos 10, 11 y 12 de julio.