Dirigentes políticos enfrentados unos contra otros con mucha virulencia, enfrascados en una especie de guerra sucia en la que todo vale, dispuestos a atropellar las normas de la República, incluyendo la violación de la propia Constitución Nacional, con el fin de lograr imponer sus apetencias personales o sectoriales por encima del interés de la mayoría.
Este es el clima muy poco navideño con el que los paraguayos hemos llegado a las fiestas de fin de año, envuelto en un ambiente de alta crispación política que tiene resonancias en todo el país, instalado por las ansias de poder de algunos dirigentes como el actual jefe de Estado, Horacio Cartes, y el ex presidente Fernando Lugo, al tratar de imponer un maquiavélico plan para lograr la reelección presidencial, a pesar de que lo prohíbe expresamente la Constitución.
Lo más grave es que esta guerra política deja en un segundo plano a muchas otras cuestiones que son de gran importancia en la marcha de los poderes del Estado. En las últimas sesiones de las cámaras del Poder Legislativo se postergó o se dilató el tratamiento de varios proyectos de ley, por proseguir la pulseada entre los sectores políticos se tramaron conspiraciones para intentar conseguir los votos necesarios a favor o en contra de un proyecto de enmienda de la Constitución, así como por lograr el control de la presidencia de la Comisión Permanente del Congreso, que resultará clave durante el periodo de vacaciones.
Aunque hasta ahora no se ha logrado el número de votos suficientes a favor del oficialismo colorado y de sus aliados liberales y del Frente Guasu, para presentar el proyecto de enmienda constitucional, el anuncio de hacerlo permanece vigente hasta abril próximo, cuando se acabe el plazo para poder convocar a un eventual referéndum.
Es decir, el clima de incertidumbre política acerca de si se da curso o no a la reelección persistirá al menos durante los cuatro primeros meses del 2017, lo cual seguirá teniendo consecuencias negativas en muchos aspectos, pues la situación genera la imagen de un país poco serio y con muy poco respeto hacia sus instituciones democráticas. Un ambiente que resulta poco propicio para brindar seguridad a inversores y a emprendedores.
Es de esperar que esta forzada pausa en la actual guerra política, establecida por las fiestas de Navidad y Año Nuevo, les resulte propicia a los principales dirigentes de los distintos sectores para reflexionar y recapacitar sobre el gran daño que le están haciendo al país y a su sistema democrático republicano.
Las manifestaciones cotidianas de la ciudadanía revelan que un amplio sector de la población está cansado de ver a sus principales dirigentes peleando por reconquistar o mantener cuotas de poder. Es el mismo sector que anhela poder vivir y trabajar en un Paraguay con menos peleas y más entendimiento entre sus autoridades y líderes políticos.