Lo digo con todo respeto, pero también con toda sinceridad.
Se ha instalado entre nosotros la derecha más fascista, que promueve un desarrollo para ese 2% que posee la mayor riqueza del Paraguay, que es la tierra.
Cerrada a la base del pueblo, estigmatiza a la izquierda, que no se deja comprar, y reprime al opositor con el más viejo estilo de la dictadura. Asiste a la muerte de líderes campesinos y poco hace para descubrir a los verdaderos asesinos e inutiliza a toda persona que estorba con las imputaciones fiscales más absurdas y falsas.
Recorta los derechos económicos que tiene el pueblo en necesidades esenciales como la atención sanitaria, medicamentos, vivienda, transporte digno, fuentes de trabajo, etc., etc.
Envía a los militares a funciones internas en las que nunca encuentran lo que buscan, bien sea por mala organización (parece que no existe un mando unificado), o porque persiguen a “fantasmas” o no sé qué otras causas. Queremos resultados y estos no aparecen.
Va endeudándonos con bonos que un día tendremos que pagar y que si nos descuidamos nos llevarán a las garras de los fondos buitres. Parece que esta deuda es para pagar a empresas nacionales o extranjeras, cosa muy distinta de lo que nos decía de una alianza público-privada que iba a venir para invertir generosamente entre nosotros.
Cumple lo prometido de luchar contra la pobreza, solo que la entiende como guerra contra los pobres. Así, unidos, Gobierno y Municipalidad de Asunción se encuentran a punto de vender las tierras del Bañado con una población que será desalojada.
Ha pasado un año, mejor dos, que no son positivos. Por eso, la evaluación mayoritaria del pueblo es negativa.