Aunque menos mediáticos que los de Francia o Bélgica, los ataques terroristas en suelo turco generaron un fatídico flujo informativo, tanto por su reiteración como por la diversidad de los terroristas, según un informe elaborado por el diario digital español bez.es.
Turquía, punto de unión entre Asia y Europa, ocupa un lugar importante en la actual crisis que afecta al mundo. Además de sus conflictos internos, es el paso obligatorio de los europeos radicalizados que van a unirse a las filas del Estado Islámico, así como paso obligatorio de los millones de refugiados que huyen de la violencia ya sea desde Siria, Irak o Afganistán.
Este flujo hizo que Turquía y la Unión Europea firmaran un acuerdo para la devolución de los demandantes de asilo que llegan a los países europeos sin permiso.
Turquía también tiene una de las bases aéreas más importantes de la OTAN, Incirlik, desde donde parten aviones de la coalición para misiones en Irak y Siria. Además se metió directamente en el conflicto sirio al invadir el país para perseguir a los yihadistas y crear una franja de seguridad contra los kurdos con los que históricamente los gobiernos turcos mantienen una intensa confrontación.
También los yihadistas del Estado Islámico usan los hospitales turcos para recuperarse de sus heridas en batallas.
Fueron hasta 16 los atentados de consideración que sacudieron Turquía este año (la mayoría contra policías y centros turísticos), perpetrados no solo por los yihadistas y grupos afines, sino también por grupos kurdos.
Precisamente el conflicto kurdo es una de las causas detrás del intento de golpe de estado que en julio intentó derrocar al gobierno turco. Aunque hubo voces que lo consideran un movimiento para justificar una importante represión política, con detenciones y suspensiones de empleo masivas, parece que el golpe fue auténtico, a pesar de la existencia aún de vacíos informativos en un suceso que se saldó con más de 250 muertos.