La magnífica sentata de los jóvenes de secundaria y el rechazo de las rosas amarillas ofrecidas por los ministros de Hacienda y Educación han sido uno de los hechos más trascendentes del año que se va. El chiflido y repudio en Caacupé a Marta Lafuente y al presidente Horacio Cartes constituyen una muestra del malhumor de la sociedad paraguaya hacia el desempeño de este Gobierno en materia educativa.
Estamos en el peor lugar de la tabla de países medidos en términos de calidad educativa, y las sentatas y manifestaciones posteriores de los jóvenes reflejan el profundo malestar hacia un futuro negro que los convertirá en la primera generación de paraguayos que no superarán a sus padres.
La respuesta al pedido de una mejor calidad terminó en la promesa de incluir tres libros más en el kit secundario y una merienda ¡entregada a tiempo!
Es una metáfora del desconcierto que existe en materia educativa en el país. En el tiempo en que todos los países del mundo están preocupados en mejorar la calidad... en el nuestro el tema pasa por la comida y unos tres libros.
La preocupación mayor del Ministerio es entregarlos a tiempo y no si el currículo y los maestros están preparados para los desafíos del futuro.
Ahí está la explicación de la deserción escolar tan alta que tenemos.
¿Cómo entusiasmarlos con las ciencias y el conocimiento en general cuando desde el órgano rector se tiene tan bajas aspiraciones que todo lo reduce a tres libros más y una merienda?
Por eso estamos en el lugar 140 de 140 países encuestados en el mundo; por eso no hay nada innovador que haya salido de las aulas paraguayas hace más de 26 años con una reforma educativa que costó millones de dólares y el resultado muestra con claridad su fracaso.
Cartes lo graficó muy bien cuando afirmó para qué quieren las universidades más dinero si los ciegos carecen de recursos (sic). Otra cruel metáfora de la realidad.
La semana pasada estuve en la Universidad de Guadalajara, la segunda más importante de México, que con una cantidad igual de estudiantes que todas las universidades públicas paraguayas juntas tiene un presupuesto cercano a los ¡dos mil millones de dólares!
La UNAM supera tres veces todo el presupuesto de gastos de la educación paraguaya incluidos los tres libros y la merienda. No solo que gastamos poco y mal en Paraguay... hay algo peor: no tenemos conciencia de la inversión. No sabemos cómo repercute eso en la economía, la desigualdad social, la pobreza y la calidad de electores y electos.
El costo es enorme, pero no tenemos conciencia en los poderes de decisión de lo que ello significa e impacta. Sin eso, nada se puede avanzar. Estamos caminando en círculos y... ciegos.
Este es un nuevo año de aplazos en materia educativa.
Estamos en el fondo del pozo y los jóvenes no deberían contentarse con tan poco.
Debe continuar la presión. El poder les teme, aunque dice admirar su coraje en una muestra de cinismo que no alcanza. Más zapateo al mismo tiempo y ojalá sus padres se unan para detener esto que Jaim Etcheverry llamó la tragedia educativa.