Aunque no sería justo negar que hubo algunas mejoras en el transporte público en Asunción y el área metropolitana, se debe al mismo tiempo reconocer que sigue siendo una de las grandes y sensibles deudas que mantiene el Estado para con los ciudadanos.
Si bien es cierto que hoy parte de la flota de vehículos del transporte ha sido renovada, y por la calles de las ciudades circulan ómnibus que ofrecen servicio diferenciado con aire acondicionado, tan necesario para resistir el verano paraguayo, así como también hay en un porcentaje –todavía muy reducido– de colectivos que cuentan con las rampas especiales para las personas con discapacidad, en general la situación sigue siendo la misma que desde hace décadas.
En el interior del país las condiciones del servicio son todavía peores: los usuarios son víctimas de los transportistas que siguen reutilizando las chatarras que en Asunción ya no se utilizan. El resultado es el panorama más desalentador, pues el servicio es muchas veces más caro y al mismo tiempo más ineficiente. Y por todas partes se nota la falta de control, tanto por parte del Viceministerio del Transporte, que depende de Obras Públicas, como de los municipios.
Para los pasajeros de Asunción y el área metropolitana se suma otra condición que convierte al servicio de transporte en un verdadero calvario: el caos provocado por los embotellamientos.
Las calles de la capital y de algunas de las del área metropolitana se ven rebasadas en su capacidad para asegurar un tránsito fluido. Los atascos que se producen a diario se convierten de esta manera en otra dificultad más que agregar al calvario de los usuarios. Esto sin mencionar que en horas de la noche el servicio es prácticamente inexistente, los que trabajan en el horario nocturno aguardan durante horas enteras a que pase alguna línea de transporte. Son diversas las penurias de los usuarios del transporte público, pero las peores son por el casi inexistente servicio nocturno.
Una de las soluciones planteadas para mejorar el sistema del transporte público es la del Metrobús. Una obra que ya tiene décadas y todavía hasta ahora sigue siendo cuestionada y su realización no deja de encontrar obstáculos.
Es invaluable el tiempo que se pierde en medio del desorden del tránsito a diario. Y precisamente por eso es que el Gobierno debería asumir de manera más eficiente y comprometida su rol de contralor del transporte público. No solo es un derecho, es también una necesidad que tienen las personas, la de movilizarse con comodidad y con seguridad. El Estado paraguayo ya no debe permitir el avasallamiento de los derechos ciudadanos por parte de los intereses de los transportistas. Los ciudadanos tienen derecho a tener un transporte público eficiente y las autoridades deben exigir esa eficiencia a los empresarios del ramo.