28 mar. 2024

“Trabajemos más para los pobres”

Es trágico escuchar un mensaje altruista como el de la necesidad de trabajar más para los pobres, grabado por un hombre secuestrado a instancias de sus captores que lo tienen rodeado por minas personales y guardias armados, retenido por ellos hace meses y con grave peligro de muerte.

Uno se pregunta, ¿de dónde nacen la violencia y el extremismo? Y es interesante cuando percibimos que brotan de la misma fuente de los ideales que nos mueven.

Dos facetas humanas contrapuestas, el altruismo y la violencia extrema, que nacen de las mismas exigencias de verdad y justicia de nuestro interior. Una, guía y alimenta las obras de bien común, y, la otra, descarga su rabia y su frustración por lo que cree necesario, pero inalcanzable por vías legales.

Una, camina sorteando obstáculos ante la indiferencia y el desánimo de los que viven tibios, anestesiados, en el eterno medio de los indiferentes, y, la otra, intenta romper las barreras que encuentra en su camino por medio de la brutalidad y el chantaje.

Sí, lo que nos está ocurriendo con la existencia del EPP y sus acciones criminales tiene mucho que ver con la política. Pero no con esa que llamamos sucia y que en realidad es una distorsión, una caricatura fea con sus hurras y el nepotismo... En el fondo, el problema de injusticia social y de los que se revelan al sistema tiene una relación directa con el despertar de la vocación política, de la vocación de servicio que en nuestra sociedad es envenenada, mal encauzada o totalmente desatendida en sus momentos de brote, de manifestación.

Porque entre nosotros, desde niños, hay personas más sensibles a lo que viven los demás. Y todos en alguna medida tenemos un momento de lucidez en el que comprendemos que nuestro destino está ligado a la felicidad del prójimo. Pero ¿qué hacemos los educadores con el deseo de bien común que a veces captamos en nuestros niños y jóvenes? Muchas veces lo censuramos y nos burlamos de él.

El más interesado quizás hasta les propone una ideología con la cual interpretar la realidad y canalizar sus inquietudes, algunos encauzan ese deseo hacia la lucha profesional o comercial, la mayoría simplemente mata, desalienta, desestima este sentimiento altruista.

¿Quién nos ayuda a tomar en serio este deseo de bien común que legitima la acción política? ¿Quién nos pone hoy de cara al servicio de los otros como fórmula efectiva de satisfacción personal y promoción social?

Es evidente que necesitamos ser educados para redimensionar lo político en nuestra vida, estimular la búsqueda del bien común para “servir a los pobres” y a todos, no porque nos sintamos los jueces del mundo y sus verdugos, como parecen considerarse algunos del EPP, sino porque las respuestas políticas altruistas que nacen de personas educadas en el aprecio del bien común, son la verdadera vacuna contra los flagelos de la corrupción y del terrorismo.

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