“Comunidad cristiana” son los grupos de los que creemos en Jesús como Dios con nosotros. Es lo que llamamos Iglesias. En plural, porque al comienzo fue una sola, pero nos fuimos separando unas de otras más y más. Ahora vamos hacia una unidad respetuosa de unas con otras.
La pregunta es: ¿nos iremos poco a poco numéricamente disminuyendo y desapareciendo en esta época que está naciendo, cuando vaya muriendo la actual generación adulta que todavía va a los templos?
Pregunta de fondo, porque toca al sentido de la vida y a su influencia en la fe en Dios.
Pregunta que ha de ser respondida lejos de todo fanatismo. De otro modo volveremos a las guerras de las religiones o a los conflictos con nuestros hermanos anticlericales.
La respuesta sobre este futuro es personal y también colectiva. Pero, sobre todo, será real. La misma vida humana nos dará la respuesta en el futuro.
Hoy me toca darla personalmente. Creo firmemente en Jesús de Nazaret, encarnación de Dios. El evangelio de Juan pone estas palabras en Jesús: “Yo estoy con mi Padre, ustedes conmigo y yo con ustedes”.
Dos cosas.
Primera: la confesión de que para mí Jesús es Dios entre nosotros.
Segunda: entre los creyentes en Jesús existe con Él una unión que sinceramente me cuesta trabajo definirla, pero que es muy profunda.
Por eso mi respuesta al título del artículo es esta: mientras que exista nuestra unión personal y colectiva de comunidades con Jesús y por su medio con Dios (y esto se repita en miles o millones de comunidades) las Iglesias creyentes en Cristo seguirán existiendo en el futuro para bien de la humanidad.
Porque no olvidemos que el cristianismo es el compromiso de amar a todos y así a Dios.