Esto es lo que muestran los medios de comunicación.
París recuerda aquella locura y poco a poco van apareciendo protagonistas cercanos a ella que tuvieron la suerte de salir vivos y nos la hacen revivir de nuevo.
El protagonismo se lo llevó el fin de semana Bruselas, capital de la UE, con paro total y todos en sus casas mientras soldados y policías buscando al único de los nueve yihadistas asesinos que está vivo, Salah Abdeslam. La Policía ya tiene presos a sus hermanos, pero no consigue detenerlo. Por eso, algunas medidas de la emergencia seguirán vigentes.
Del terror se ha pasado al miedo y a la preocupación.
La Iglesia Católica celebra en Roma desde el 8 de diciembre hasta el 20 de noviembre del 2016 el Jubileo extraordinario de la Misericordia. A la carencia de alcalde y mal estado de las finanzas de la ciudad se le añade ahora la preocupación por un posible atentado. Italia no está preparada para este peligro.
Y a medida que pasan los días se conocen mejor los diversos modos de reclutar yihadistas. Inclusive manuales de ellos. Prefieren personas, aún no musulmanas, con problemas familiares o sin trabajo. Si lo son, que no conozcan mucho el Corán.
Y cada vez se publican más artículos interesantes sobre el tema.
“¿Cómo jóvenes musulmanes que han crecido en Francia pueden confundir Bagdad con su barrio parisino e importar aquí lo que ocurre allá? Nadie puede excusar esta deriva sanguinaria, machista y patética.
Pero, tal vez, podamos apuntar que el paro y la discriminación profesional no deben de ayudar”. (Le Monde)
Pero, también, se piensa que no es solo resultado de un fracaso escolar o vital. Es algo mucho más profundo.