El Gobierno brasileño ordenó el miércoles desplegar tropas en Brasilia para defender los edificios públicos atacados durante una protesta masiva contra el presidente Michel Temer, acorralado por acusaciones de corrupción.
“En este momento ya hay tropas federales aquí, en el Palacio de Itamaraty (sede de la cancillería), y ya están llegando tropas para asegurar la protección de los edificios ministeriales”, anunció el ministro de Defensa, Raúl Jungmann.
Grupos de jóvenes manifestantes encapuchados atacaron con piedras y palos varios ministerios a lo largo de la avenida que conduce al Congreso y consiguieron invadir una sala del Ministerio de Agricultura, donde prendieron fuego. De su lado, la policía lanzaba gases lacrimógenos y bombas de ruido contra la multitud.
Llamar al Ejército es “una medida extrema del gobierno de Temer y la señal clara de que se perdió el control, con consecuencias muy malas para nuestra democracia y para las instituciones”, dijo André Cesar, analista político y socio de la consultora legislativa Hold en Brasilia.
Entre 35.000 y 100.000 personas –según cifras de la Secretaría de Seguridad del Distrito Federal y de los organizadores– respondieron al llamado sindical para exigir el fin de los programas de austeridad y la salida de Temer, que batalla por su supervivencia política desde hace una semana. Ríos humanos confluyeron hacia el Congreso, rodeado de vallas de seguridad, al grito unánime de "¡Fora, Temer!”.
Los participantes pedían también elecciones “Directas ya” y el retiro de los proyectos de reforma de las jubilaciones y de flexibilización de la legislación laboral.
“Temer es un irresponsable. Hundió a Brasil en una crisis descomunal. No está en condiciones de permanecer en la presidencia”, dijo Wagner Freitas, presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), vinculada al Partido de los Trabajadores (PT) de los ex presidentes Lula Da Silva y Dilma Rousseff.
“Brasil se volvió imponderable (...), aquí todo el mundo está conspirando. Nadie más cree en la continuidad del gobierno”, dijo Paulo Pereira Da Silva, más conocido como Paulinho da Força, líder de la central Força Sindical (FS), que fue aliado de Temer en los primeros meses de su gobierno.
La gota que desbordó el vaso cayó la semana pasada, con la divulgación de una grabación hecha por uno de los dueños del gigante de la alimentación JBS, Joesley Batista, donde el mandatario aparentemente da aval al pago de un soborno a un ex diputado encarcelado.
En el Congreso se vivía también en un ambiente de efervescencia, ante las señales de rápida erosión de la base aliada de Temer. La Cámara de Diputados interrumpió por la tarde sus sesiones.
“Hay un clima de deliberación, detrás de las cortinas, para articular la salida menos traumática posible para la crisis”, admitió el asesor de un parlamentario de la coalición oficialista. AFP