AFP
BRASILIA - BRASIL
El presidente Michel Temer salió airoso del juicio ante la corte electoral y alzó la apuesta para salvar su mandato y sus reformas, desafiando abiertamente a la Corte Suprema, que autorizó que se lo investigue por corrupción.
El Tribunal Superior Electoral (TSE) decidió el viernes por 4 a 3 absolver a la fórmula presidencial Dilma Rousseff (PT)-Temer (PMDB), acusada de abusos de poder y financiación ilegal de la campaña con dinero desviado del megafraude a Petrobras. “No se sustituye a un presidente de la República en cualquier momento. La anulación de un mandato debe ocurrir en situaciones relevantes”, justificó el presidente del TSE, Gilmar Mendes, al desempatar la votación tras 4 días de extensos debates.
Temer, que asumió el poder hace poco más de un año en sustitución de la depuesta Rousseff, interpretó el veredicto como una señal de que las instituciones nacionales continúan garantizando el buen funcionamiento de la democracia brasileña. El resultado debe darle aliento para enfrentar sus otras batallas y retomar la votación de su plan de austeridad en el Congreso, paralizado desde hace tres semanas, cuando estalló el escándalo de corrupción que lo vincula personalmente.
Temer fue el actor secundario de una comedia bufa, escenificada por un empresario y criminal confeso y ahora está siendo objeto de una inquisición invasiva, arrogante y sin respeto a un mínimo de civismo, alegaron sus abogados.
“Fingen que no ven”. Los jueces que votaron por la absolución excluyeron del expediente testimonios de ex ejecutivos de la empresa Odebrecht que detallaron millonarias donaciones electorales no contabilizadas, las acusaciones más graves del proceso. Basar el veredicto del juicio en esta cuestión formal es un absurdo desde el punto de vista jurídico y puede dejar cicatrices grandes, opinó el profesor de Derecho Michael Mohallem, de la Fundación Getulio Vargas. “Fingen que no están viendo. Saben que hay problemas, que hubo corrupción, que hubo crimen electoral, pero fingen que no lo ven, que la ley los obliga a no mirar esas pruebas”, agregó. “En un momento en que Brasil atraviesa una profunda decepción con las instituciones, con el descubrimiento –y afortunadamente el combate– de casos de corrupción, la justicia electoral era una fuente de esperanza”, critica Mohallem. Con esta decisión “se convierte en un tribunal vulnerable a la influencia política”.
Pero al desempatar, Mendes dejó claro que tomó esa decisión apelando a la responsabilidad que debía tener el tribunal, pese a graves hechos comprobados, por lo que podría suponer para el país perder a un presidente por segunda vez en poco más de un año.
Si Temer perdiera el cargo a esta altura del mandato, el Congreso debería elegir al nuevo presidente en un plazo de 30 días, para completar el mandato hasta fines de 2018.
Temer se escuda en la tímida recuperación económica que experimenta Brasil, que emerge de la peor recesión.