La ayuda de estas aeronaves es providencial para frenar el avance de las llamas, como atestigua el voluntario Juan Luis Ruz, quien el jueves apreció cómo en una sola pasada del avión cisterna más grande del planeta, el Supertanker, bastaba para apagar el fuego que arrasaba un bosque en la región de O’Higgins, una de las más afectadas por los incendios. “Llevábamos tres días combatiendo sin descanso para apagar una plantación de eucaliptos de 30 hectáreas. Las llamas nos ganaban, pero la pasada del Supertanker fue clave: con una sola pasada nos solucionó el problema y salvamos el bosque”, señaló Ruz.
Ruz y otros voluntarios llevaban luchando contra las llamas desde las seis de la mañana cuando el avión descargó justo encima de sus cabezas. “No es una llovizna, es un agua que cae de forma muy violenta y te deja completamente empapado. Si tuviese que compararlo es casi como cuando estás en el mar y llega una ola y te baña”, resaltó. efe