19 mar. 2024

Superar imprevisión y desidia tras el incendio en el Abasto

El gran incendio que se desató el domingo en el Mercado Central de Abasto de Asunción, dejando sin fuente de trabajo a unos 350 comerciantes, fue la reiterada crónica de un desastre anunciado. Hay que agradecer que no hubo víctimas fatales, aunque sí un alto costo por daños materiales. Hace un año que los bomberos habían alertado acerca del peligro de que se registre otro siniestro en el mismo lugar, debido a la precariedad de las instalaciones, planteando una serie de recomendaciones, pero nada se hizo por adoptar mecanismos efectivos de prevención. Algo similar ya había ocurrido en la Terminal de Ómnibus. Es hora de superar la imprevisión y la desidia, encarando acciones que ofrezcan verdadera seguridad.

Si se tiene en cuenta la caótica manera en que viene funcionando el local del Mercado Central de Abasto, al igual que el Mercado Municipal Nº 4 de Asunción, con mercaderías dispuestas de cualquier modo y hasta el tope en los locales de venta y en los depósitos, con precaria infraestructura, con instalaciones eléctricas realizadas en muchos casos de modo artesanal, y casi sin contar con ningún sistema efectivo de prevención de incendios, en lugar de preguntarse cómo se inició el gran incendio registrado este domingo, lo que habría que cuestionar es cómo no se registraron anteriormente más casos de siniestros.

Es revelador el Informe de Riesgo General y Recomendaciones Generales para el Bloque C, que un equipo de bomberos voluntarios elaboró tras una inspección detallada, y que fue entregado el 16 de agosto de 2016 al director general del Mercado, Víctor Oti Sánchez, recomendando, entre otras cuestiones, colocar detectores de humo y calor, abrir más espacios en los pasillos y corredores, totalmente ocupados por mercaderías; colocar señales de salidas de emergencias; exigir a los locatarios la tenencia de extintores, reacondicionar todo el cableado eléctrico e instalar puertas de seguridad, entre otras medidas.

Lamentablemente, casi nada de esto se aplicó. Incluso, la Unidad Especial de Rescate y Auxilio, que se integró con bomberos voluntarios y que la Municipalidad de Asunción había presentado en conferencia de prensa en setiembre de 2016, y que debía operar desde el Mercado de Abasto, nunca llegó a entrar en funciones por no destinársele recursos. El día del incendio se comprobó que la mayoría de las tomas hidrantes para el trabajo de los bomberos ni siquiera funcionaban.

Llama la atención que las autoridades municipales y de otras instituciones vinculadas con la seguridad de la ciudadanía sigan sin prestarle la debida atención a los riesgos de incendios en sitios que cuentan cotidianamente con gran afluencia de gente, luego de experiencias tan traumáticas como el siniestro del supermercado Ycuá Bolaños en 2004, que causó casi 400 muertos y centenares de heridos, o de casos más recientes, sin pérdidas humanas pero con muchos daños materiales, como el de la Terminal de Ómnibus de Asunción. ¿Hasta cuándo seguirán jugando con las vidas humanas?

El gran incendio del domingo, que dejó sin fuente de trabajo a unos 350 comerciantes del Mercado Central de Abasto, fue la reiterada crónica de un desastre anunciado. Es de esperar que esta vez las autoridades si aprendan la lección y se adopten iniciativas, tanto desde el Municipio como desde el Gobierno central, que ayuden a superar la imprevisión y la desidia, encarando nuevos centros de mercadeo que ofrezcan condiciones de verdadera seguridad para la ciudadanía.

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