Todos los días, «cada uno sostiene a los demás y los demás le sostienen a él». Por eso, no son del todo exactas «esas formas de discurrir, que distinguen las virtudes personales de las virtudes sociales. No cabe virtud alguna que pueda facilitar el egoísmo; cada una redunda necesariamente en bien de nuestra alma y de las almas de los que nos rodean (...). Todos hemos de sentirnos solidarios y, en el orden de la gracia, estamos unidos por los lazos sobrenaturales de la Comunión de los Santos».
A propósito del Evangelio de hoy el papa Francisco dijo: “Es la Iglesia de los invitados, estamos invitados a participar en una comunidad con todos. Pero en la parábola narrada por Jesús leemos que los invitados, uno tras otro, empiezan a encontrar excusas para no ir a la fiesta.
¡No aceptan la invitación! Dicen que sí, pero no lo hacen. Ellos son los cristianos que se conforman solo con estar en la lista de los invitados: cristianos enumerados. Pero esto no es suficiente, porque si no se entra en la fiesta no se es cristiano. ¡Tú estarás en la lista, pero esto no sirve para tu salvación! Entrar en la Iglesia es una gracia; entrar en la Iglesia es una invitación. Y este derecho, no se puede comprar. Entrar en la Iglesia es hacer comunidad, comunidad de la Iglesia; entrar en la Iglesia es participar de todo aquello que tenemos, de las virtudes, de las cualidades que el Señor nos ha dado, en el servicio del uno para el otro.
Además entrar en la Iglesia significa estar disponible para aquello que el Señor Jesús nos pide. En definitiva entrar en la Iglesia es entrar en este pueblo de Dios, que camina hacia la eternidad. Ninguno es protagonista en la Iglesia: pero tenemos uno que ha hecho todo. ¡Dios es el protagonista! Todos nosotros vamos detrás de Él y quien no va detrás de Él, es uno que se excusa y no va a la fiesta”.
(Del libro Hablar con Dios de Francisco Fernández Carvajal).