Por Elías Honzi y Marcia Martínez
Vídeo y edición: Ylda R. Miskinich
Lucía volvió a insistir en su inocencia; asegura ser parte de un grupo de mujeres víctimas de violencia familiar que tienen que pasan años tras las rejas por defenderse de la agresión de sus parejas. “Lastimosamente, la mayoría de las mujeres víctimas de violencia no están acá, están en el cementerio”, indicó con un dejo de tristeza en la voz.
Sandoval recibió la solidaridad de varias organizaciones de derechos humanos y se siente una bandera de lucha para las mujeres que sufren cualquier tipo de violencia, que según su visión, es una problemática que aún no está siendo tratada con la seriedad que corresponde por parte del Estado. “Mientras se siga considerando como un delito que tienen un potencial bajo, van a seguir habiendo víctimas. Creo que la violencia doméstica es uno de los problemas sociales que tiene una consecuencia muy dañina. Es una de las violaciones terribles de los derechos humanos”, indicó la mujer que también criticó la labor de la justicia, sobre todo de la fiscalía en su caso, que llegaron a hacer pasar más de 3 años, para que sea juzgada ante un tribunal.
“Quiero agradecer a la
ciudadanía por el apoyo. Sé que hay muchas mujeres que pasaron la misma
situación que yo, están conmigo. Les animo a que denuncien, que vayan de
su casa si no tienen otra alternativa. Es muy triste que tengan que venir a
parar acá (en la carcel) o que tenga que morir otra persona para que puedan
encontrar protección”, reflexionó.
Lucía recuerda como si fuera
ayer, aquel 11 de febrero de 2011 en que llegó temblando hasta el penal del
Buen Pastor, luego de haber forcejeado con su marido que llegó a su casa
envalentonado por los efectos que provoca el alcohol y la amenazó con arma de
fuego, en represalia a una orden de exclusión de hogar solicitada por su
entonces esposa, debido a los sucesivos malos tratos en el que era sometida
tanto ella y sus hijos. Según su
versión, el hombre llegó una madrugada a la casa con una pistola y la golpeó
con la culata. Entonces hubo un forcejeó que le cambió la vida. El arma se
disparó, su marido está bajo tierra y ella en la cárcel ganándose la enemistad
de su familia política y de sus hijos. “Quiero estar con mis
hijos y recuperar el tiempo que perdí; quiero que sane mi hija que estará muy
dolida. Todo el amor que le daba antes, no se puede borrar en estos tres años,
seis meses”, dice.
Cuestión de fe. Sandoval se expresa con serenidad y
con seguridad, como quien mastica cada palabra antes de emitirla. Sostiene que
vivió los tres peores años de su vida pero nunca bajó los brazos, a pesar de
las adversidades, refugiándose en la fe. “Cuando, ingresé, me refugié mucho en
la iglesia con el Padre Luis Arias que fue la primera persona que me
ayudó; pasé a formar parte de una comunidad del Camino Neocatecumenal y
ahí encontré mucho apoyo”, expresó la mujer que además se desempeña en una
serie de actividades como la artesanía, voluntaria de la oficina de
Seguimiento de la situación procesal de los reclusos y está haciendo el cuarto
año de derecho que es una materia pendiente en su vida. En el 2001 había ingresado
a la carrera de derecho en la UNA, carrera que pudo retomar estando tras las
rejas y que asegura que culminará sea cual sea la decisión del tribunal.
Lucía en todo momento insistió en su inocencia y espera que su lucha sirva de referencia para las miles de mujeres que son violentadas en sus derechos. “Nadie tiene que morir ni nadie tiene que venir a la cárcel por violencia doméstica. El Estado tendría que trabajar en la prevención y en la protección”, indicó Lucía que espera dar su próxima entrevista ya habiendo recuperado uno de sus derechos fundamentales, luchando por el derecho de sus compañeras; en libertad.