28 mar. 2024

Sentir que estamos fragmentados

El deseo de la unión en el Paraguay es algo generalizado. Por eso nos quejamos de la falta de ella.

¿Fatalidad? No. Tampoco infortunio en nuestro pueblo, como si estuviéramos condenados a no encontrarnos. ¿Entonces?

Como en tantos temas del Paraguay, no desearía estar pensando y escribiendo en solitario, sino en un debate público con otros conciudadanos. Ojalá a alguno le interesara este tema y que alguna vez nos encontráramos para debatirlo.

Preocupado por esto leí esta frase de un compañero que me está haciendo pensar. “Nadie puede seriamente reconstruir las relaciones sociales si antes no reconoce que están fragmentadas”.

A primera vista, sería como decir que “nadie se une si no sabe que está dividido”. Esto me parece un tanto raro de aceptar, cuando estamos con tanta frecuencia hablando de la desunión existente. Saberlo, creo que lo sabemos. ¿Entonces?

Vamos a cambiar ahora el planteamiento: “Nadie se une si no le importan las consecuencias negativas de estar dividido”. A las consecuencias negativas llamamos fragmentación (reducir a pedazos), lo cual significa mucho más que el mero saberlo y conocerlo.

Gritamos: “¡Tenemos que unirnos!”, pero no insistimos penetrando en profundidad los males colaterales de la división o dejándonos dominar por respuestas contrarias muy engañosas.

Les hablamos de unión y nos recuerdan peleas anteriores, que van a perder hegemonía de poder, que ellos tienen la verdad. Deberíamos de refutarles lo que dicen y mostrarles los daños que con ello están haciendo.

No lo hacemos y pecamos de ingenuos. Exigimos unión por hermandad humana y no averiguamos antes si concretamente se sienten hermanos de aquellos con quienes pedimos se unan. ¿En el Paraguay hemos perdido la capacidad de reconocernos mutuamente como hermanos? ¿O, al menos, miembros de una clase social a la que ciertamente pertenecemos? ¿O miembros de una misma Patria?

¿No nos unimos por celotipia de poder? ¿Por no comprender qué sea democracia?